15 – Conclusión
Vivimos institucionalizados, rodeados de una burbuja de leyes, normas, administraciones, empresas, organizaciones, etc. que nos protege de nuestros propios congéneres, nos libera de responsabilidades y nos proporciona la seguridad de que si respetamos el marco institucional, las cosas funcionarán de una manera previsible y esto ya nos está bien.
Pero esta maravilla tiene dos consecuencias preocupantes.
La primera es que las instituciones deshumanizan la sociedad, aíslan a las personas y potencian los miedos. Las instituciones no son el nuevo ‘diablo’, las instituciones sólo hacen su trabajo, somos nosotros los que hemos abandonado nuestra humanidad. Y sin humanidad no hay respeto hacia las personas. La corrupción y el abuso de poder se convierten en fenómenos estructurales pues el poder no responde ante ninguna persona y en consecuencia las personas desconfían unas de las otras.
No podemos estar siempre tutelados por las instituciones. Tenemos que volver a tomar las riendas de nuestras vidas en sociedad y ser responsables de nuestras decisiones. Debemos ser más humanos y tener más interés por todo lo que nos hace humanos. Poder observar más críticamente nuestra sociedad, y compensar la fría gestión racional de las instituciones con humanidad, confianza y valores. Puede parecer anticuado, pero es necesario que los valores éticos sean también un motor de nuestra sociedad.
Necesitamos una sociedad en la que las personas puedan vivir utilizando el mínimo de instituciones. Una sociedad en la que los lazos de confianza puedan ser tan buenos como los legales. Un lugar donde sea posible ejercer algo tan simple como hablar, escuchar y pactar. Y tenemos que volver a comunicarnos no porque soñemos que otro mundo es posible, sino porque en este mismo mundo, nada, desde la economía mundial a una reunión de padres en el colegio, es posible sin confianza. No hay racionalidad sin emociones. En nuestra sociedad si confiamos únicamente en el conocimiento racional nos convertiremos, irracionalmente, en simples epitafios fiscales.
Esto no significa que tengamos que hacer saltar por los aires el sistema o deshacer todo el marco institucional que tenemos. Nuestras instituciones son creaciones impresionantes y necesarias, pero estamos utilizándolas en exceso. Tenemos que encontrar el equilibrio entre lo que somos -personas- y lo que necesitamos -instituciones.
El segundo problema es que no se puede reciclar una institución ineficiente para satisfacer las necesidades del momento, pues las nuevas necesidades surgen justamente porque hay esa institución. Pretender salvar o reformar las instituciones que no funcionan sólo las hace más grandes e inútiles y en consecuencia aumenta la profundidad de la crisis y el riesgo de colapso. Por las mismas razones, es imposible desde las instituciones cambiar el sistema. Todo cambio sólo se producirá eliminado instituciones inútiles y adoptando nuevas instituciones. Puesto que el sistema actual está bajo control de las Meta-instituciones, solo ellas pueden hacerlo y es difícil que ellas opten por auto-disolverse y salvar el sistema. Es una nueva versión del perro del hortelano.
La situación de impasse está provocando un colapso de toda la estructura de la sociedad del bienestar y destruyendo un segmento tan grande de la sociedad, la clase media, que no nos lo podemos permitir.
La solución que proponemos es amplificar lo que nos hace humanos utilizando las Instituciones de 4º Nivel. Al mismo tiempo hemos de empezar a trabajar para evitar los problemas que este nivel (4-L) presenta. No podemos arriesgarnos a retroceder 200 años o a que las Meta-Instituciones consigan tomar el control de las Instituciones de 4º nivel.
Hay un problema derivado de estos planteamientos. Siempre se ha planteado la mejora de la sociedad en función de un sueño y un enemigo:
- – El sueño. Unos objetivos ideales a los que podemos llegar o que debemos recuperar. ¡Nuestro pasado glorioso! o ¡Un futuro esplendoroso!
- – Un enemigo. La lucha contra alguien o algo que impide que avancemos hacia esa sociedad ideal que dicen que merecemos, o que impide que recuperemos lo que fuimos.
Tener un objetivo claro y un enemigo definido siempre ayuda a cohesionar a la sociedad y a situar y dar sentido a la persona. Pero si aceptamos el planteamiento que aquí exponemos de que el catalizador del avance en la historia de la civilización occidental es la evolución institucional nos damos de bruces con la triste realidad de que no hay malos opresores a los que combatir, ni objetivos utópicos a los que llegar.
La clave del éxito y la mejora de la sociedad reside en las personas; en cada persona como un individuo único que tiene vínculos con otras personas. La sociedad no es más que las historias, racionales y emocionales, que conectan a todas las personas. Nosotros somos el/parte del problema. Como claim de marketing es terrible pero es lo que hay.
Es importante hacer hincapié en este punto: la mejora de la sociedad reside en la conexión de la gente, pero viendo la sociedad como un cuerpo y las personas como sus células. Cada célula tiene la imagen de todo el cuerpo en si misma y la conexión de todas las células es el cuerpo. No hay cuerpo sin células y las células sin una conexión y sentido global no son nada.
Pensar en la sociedad como algo externo a las personas tiene una gran ventaja; la sociedad no depende de la gente para su correcto funcionamiento. Podemos por lo tanto quejarnos y exigir a los políticos que lo arreglen, acusar a los financieros de hundir el sistema, buscar grupos de gente poderosa que supuestamente conspiren para controlar todo el sistema o ignorar todo lo que esté relacionado con la sociedad y cerrarnos en nuestra burbuja de hijos, casa y trabajo, y el resto del mundo que se apañe solo.
Pero no podemos aceptar esta visión; somos instituciones. La sociedad es la causa de todo lo que nos sucede y nosotros somos la causa y la razón de los problemas de nuestra sociedad. Al igual que cuerpo y célula, así, personas y sociedad estamos unidos. Podemos culpar a los políticos y a la gente rica y poderosa de nuestros actuales problemas sociales. Pero erraremos. Ellos ciertamente pueden ser un terrible tumor que ponga en peligro el sistema, pero extirpar el tumor no evita necesariamente la metástasis ni mucho menos cura el cáncer, la verdadera razón de la enfermedad.
Obviamente , una persona que tiene un gran poder o autoridad (como un jefe de Estado o el CEO de una multinacional) intentará mantener su poder y quizás actuará de una manera inhumana sin ningún tipo de remordimiento, pero actuará así porque esa es la manera de actuar de una Meta-institución, fuera de la meta-institución puede ser un excelente padre o un amigo fiel, pero una vez en su rol institucional, el es parte de la meta- institución. Quien esté implicado en una institución de segundo grado (como puede ser un empresario, un militar o un funcionario) tenderá a adoptar una actitud dogmática, proteccionista, despersonalizada y expansiva de su función porque es como funcionan las instituciones de segundo grado. Quien esté vinculado con una institución de primer grado, adoptará una actitud elitista de simbiosis con su cargo, rango o linaje y proteccionista de su grupo y del valor de su conocimiento, porque es la función de una institución de primer grado y por último, un amigo absorbente o una madre proteccionista actuarán así porque la base del funcionamiento de una institución de nivel cero es el conocimiento absoluto del otro y obtienen su reconocimiento como personas moviéndose en ese ámbito institucional. Si pierden conocimiento del otro, pierden parte de su propio ser.
No podemos antropomorfizar una institución, pero metafóricamente podemos decir que hay hay instituciones explotadoras, elitistas o inhumanas y quien está vinculado a una institución, y no tienen suficiente inteligencia emocional (patologías aparte), tienen tendencia a actuar como la institución es, porque él es parte de la institución.
Obviamente hemos de combatir las situaciones perjudiciales y dañinas que algunas instituciones y las personas vinculadas a ellas generan, pero como síntoma de un mal, el tumor, no como solución a una causa, el cáncer. Es erróneo pensar que si eliminamos a las personas clave de una institución y ponemos a otras personas, el funcionamiento de la institución mejorará. Seguirá igual. Con el tiempo serán tan corruptos y estarán tan enganchados al poder como los anteriores. La institución sólo mejorará si podemos ponerla bajo control de personas preparadas pero que emocionalmente no necesiten a la institución para nada ni dependan de ella. Solo así estas personas tendrán capacidad real para juzgar su funcionamiento y disolver la institución en el caso de que no funcione. En caso contrario da lo mismo el situar a una u otra personas al frente de cualquier institución, pues acabará sometido a las necesidades de su meta-institución.
Índice
- Persona y Sociedad – 14
- Persona y Sociedad – 13
- Persona y Sociedad – 12
- Persona y Sociedad – 11
- Persona y Sociedad – 10
- Persona y Sociedad – 9
- Persona y Sociedad – 8
- Persona y Sociedad – 7
- Persona y Sociedad – 6
- Persona y Sociedad – 5
- Persona y Sociedad – 4
- Persona y Sociedad – 3
- Persona y Sociedad – 2
- Persona y Sociedad – 1
- Introducción
- Proemio