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Persona y Sociedad – 13

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11 – ¿Sin Instituciones?

Hemos visto que lo idóneo para poder controlar el sistema y sus instituciones es encontrar personas que puedan observar el sistema desde fuera, sin ninguna influencia institucional. Pero, ¿es realmente posible desvincularse completamente del sistema institucional que se quiera analizar? ¿Es posible encontrar un líder político que no tenga apego por ninguna institución y pueda controlarlas?

No. Nuestro cerebro, que es quien está implicado en la percepción del sistema y participa por lo tanto en el conocimiento de las cosas, ya está moldeado según el marco institucional. Por ejemplo, no sabemos cómo comunicarnos sin utilizar unos símbolos con significado, necesitamos un lenguaje, no aceptamos hechos o datos sin un proceso mínimamente lógico o empírico, no creemos en iluminaciones cognitivas. Culturalmente tenemos ya instalados unos patrones institucionales de como razonar, lo que se puede pensar y nuestra forma de pensarlo. Pretender ver objetivamente el sistema con los ojos del sistema es como tratar de probar con un método científico que un método científico no puede probar nada.

Esto tiene una parte positiva!

Cuando nadie es capaz de desvincularse totalmente del sistema, nadie tiene la verdad a los problemas de nuestra sociedad, pues nadie puede realmente observar y analizar racionalmente el sistema desde fuera del sistema. De hecho dejas de ser persona si te deshaces de lo que te define como persona, la cultura, y puedes observar el sistema desde fuera.

Cuando alguien afirma que tiene la solución a todos nuestros problemas, o bien estamos frente a un curioso tipo de patología mental o estamos frente a un alien. Quien sea que proponga una solución racional para nuestra sociedad tiene que ser lo suficientemente humilde como para aceptar que su solución es incompleta y la mejora de su propuesta vendrá siempre de las otras personas. Nadie puede tener la imagen completa de la situación siendo el mismo parte de la imagen. Esto es obvio para casi todo el mundo, aunque en el fondo sigamos soñando que algún día quizás aparecerá un ángel, un líder incorruptible, sabio, humilde, humano, éticamente equilibrado y con su barita mágica arreglará todos los problemas de nuestra sociedad. Todo ángel tiene su demonio y hemos de saber verlo.

Volvamos al punto anterior. Es imposible deshacerse de toda influencia o vínculo institucional con el objetivo de observar nuestra sociedad para, sin sesgos y racionalmente, crear una sociedad mejor. Necesitamos instituciones. Somos instituciones. Pero al mismo tiempo, esas instituciones nos ciegan de otros tipos de conocimiento y no nos permiten tener diferentes puntos de vista.

Es como una relación amor-odio: no podemos seguir usando tantas instituciones; pero no podemos dejar de usar las instituciones; las necesitamos.

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Pocas Instituciones

Nadie puede vivir sin instituciones, pero ¿es posible vivir con menos instituciones?
Si pero es arriesgado y requiere una implicación en la sociedad que la gente por lo general no quiere asumir.
Sin instituciones la gente tiene que ser responsable de la gestión de su propia supervivencia y su seguridad. Ha de prever los comportamientos de las otras personas basándose únicamente en su conocimiento personal de las personas. Con pocas instituciones las personas no responden ante nadie pero nadie responde por ellas; son responsables de sus errores. Cuando la seguridad y la felicidad no dependen del marco institucional, sino de cada persona, cada persona es un extranjero que vive en un mundo en el que sólo cuenta su propio conocimiento para sobrevivir. Es un mundo humano real con un montón de emociones y mucha vida, pero aislado, en pequeños grupos y difícil muy difícil, viviendo libres pero en un estado de perpetua vigilancia.

El abuso de las instituciones produce una sociedad sin control humano, pero vivir sin o con pocas instituciones sitúa a la persona fuera del sistema y solo puede ser útil para pequeñas comunas viviendo en el campo.

Si no podemos vivir sin instituciones entonces sólo nos queda un camino, evitar su utilización excesiva e intentar paliar los abusos que provocan las instituciones existentes.

  • Para paliar los abusos de las instituciones necesitamos gente que comprenda muy bien a las personas y a las instituciones. Alguien que pueda empatizar con otros puntos de vista y que sea capaz de combinar la información racional y la información emocional para obtener un buen conocimiento de la sociedad. Es decir, necesitamos una especie de sabios o maestros humanistas que se puedan mirar la sociedad desde fuera y juzgar las relaciones entre instituciones y personas desde un punto de vista ético. Para garantizar que estos maestros no están sometidos a la influencia institucional obviamente han de trabajar y vivir fuera del sistema.
  • Para evitar la utilización abusiva de las instituciones hemos de crear contra-poderes, pero frente a las meta-instituciones esta opción ya no es posible. Para solventar este problema nos planteamos una unión de las instituciones de cuarto nivel y las personas. Ya que no podemos crear meta-instituciones de tercer nivel que actúen de contra-poder, quizás podamos crear redes de personas que con el soporte de instituciones agente (L-4) que actúen como contra-poder.

 

 

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12 – Equilibrar la situación

Para equilibrar la actuación demasiado instrumental de las instituciones (tipo L-1 o L-2) las personas básicamente tienen dos opciones. Pueden crear instituciones éticamente más humanas. Por ejemplo, si una institución como un banco abusa de la gente es posible crear otra institución como una fundación que ayude a las personas contra los abusos del banco. La segunda opción es preparar personas con carácter y valores para que puedan forzar a una institución de tipo L-1 o L-2 a actuar de una manera éticamente correcta o respetuosa con las personas. La batalla acostumbra a ser desigual pero es factible y muchas veces funciona. Hay toda una tradición educativa, social y religiosa que busca justamente esto, preparar personas con valores para controlar el comportamiento in-humano de las instituciones. Su objetivo ideal es que las instituciones sean correas de transmisión de los valores de las personas, pero esto casi nunca funciona y por lo tanto, como mucho estas personas aspiran a que la institución que controlan mantenga un perfil ético y socialmente responsable dentro de unos márgenes pactados.

Pero este juego no es tan obvio en el tercer nivel. Para equilibrar el poder de las Meta-instituciones las personas necesitarían controlar Meta-instituciones respetuosas con los valores humanos, lo cual es difícil porque las meta-instituciones son por definición difíciles de controlar. La otra opción, crear meta-instituciones éticas, roza lo imposible, pues las meta-instituciones no “tratan” con seres humanos.

imagesPor ejemplo. No es fácil pero es factible crear Bancos Éticos (L-2i) donde las personas fuercen a la institución para que se comporte éticamente. Pero crear un Mercado de Divisas Ético (L-3i), por poner un ejemplo, es prácticamente imposible, la ética no es aplicable a algo como las divisas y además forzarlo a que sea respetuoso con los valores humanos cuando es un mercado que no trabaja con valores humanos es esperpéntico. La meta-instituciones gestionan instituciones, no personas, por lo tanto no pueden tener valores humanos en su gestión porque ni son seres humanos ni gestionan seres humanos. El problema son sus consecuencias.

De hecho, hay muchas personas que consideran que deberíamos abolirlas. Los gritos contra los mercados, las proclamas contra los estados, los ataques a los sistemas educativos o académicos, las luchas contra las multinacionales o los holdings, etc, etc no son precisamente una novedad. Ninguno de estos intentos ha tenido el más mínimo éxito y acostumbran a ser ataques muy infantiles o idealistas.

Ya hemos comentado que las utilizamos por una razón muy simple: son muy eficientes gestionando la sociedad. La clave de su éxito es que han convertido cualquier elemento de nuestra sociedad en algo delimitado y etiquetable. Todo se ha convertido en «cosas». Objetos fáciles de gestionar ya que tienen una etiqueta y un límite definido. Lo que no puede ser delimitado y etiquetado simplemente no existe o se cosifica a la brava para que encaje.

En complicado gestionar un elemento cuyos límites son difusos o que es un nodo en una red cuya extensión y tensiones desconocemos. Cuando en sociedad tenemos que lidiar con un elemento de limites difusos tenemos que adoptar un enfoque sistémico lleno de incertidumbres y muy difícil de reducir a números y fórmulas que nos permitan una gestión precisa. Los enfoques sistémicos son caros, lentos y poco fiables. Es mucho mejor -desde un punto de vista institucional claro- acotarlo todo; transformar en números o recursos cualquier elemento, en lugar de asumir que está relacionado con otras partes del sistema y que hay canales de información que no se pueden reducir a números. Es decir,es mucho más rápido y sencillo gestionar personas utilizando su DNI y la declaración de renta que no un test psicotécnico, su lista de amigos del Facebook y la música que escuchan.

Las instituciones son una de las mejores expresiones de la racionalidad humana. Son algo extraordinario a quien debemos agradecer el poder ser personas y vivir en sociedad. Al mismo tiempo, son algo terrible porque las personas no son sólo números que pueden ser recortados de su entorno y tabulados a placer, ni la sociedad humana se puede reducir a simples hojas de cálculo. Las instituciones no tienen manera de lidiar con los sentimientos humanos; no tienen emociones pues no son humanas. Corresponde a las personas proporcionarles este componente emocional para que su gestión de la sociedad sea equilibrada, explorando y proporcionando todo ese conocimiento que las instituciones no tienen a su alcance pero que es necesario para actuar con humanidad.

Con la aparición de las meta-instituciones parece ser que hemos renunciado a esta responsabilidad y hemos dejado que la sociedad este gestionada únicamente desde la racionalidad institucional Hasta ahora no había otra opción porque no había herramientas para amplificar nuestro conocimiento no-racional. Ahora hay una posibilidad.