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Contra la Igualdad 1ª Parte – ESP

Igualdad es una esas jóvenes y enérgicas palabras, que sobrevivió con éxito a las revoluciones francesa y americana, navegó sin problemas por los ríos del liberalismo o las fauces del socialismo, se convirtió en un icono de las sociedades democráticas y de las protestas de todo tipo y ahora, entra en el segundo milenio, convertida en una reliquia sagrada, que todo el mundo venera y observa en su sarcófago de cristal, sin atreverse a perturbar, su prístino simbolismo.

Prácticamente ningún pensador actual pone en duda el concepto de ‘igualdad’, porque aunque sea criticado con la mejor de las intenciones, existe el peligro de que al cuestionarlo abramos una Caja de Pandora que nadie después pueda cerrar. Todavía quedan muchos reductos, donde la sensación de creerse superior a otras personas por motivos de raza, religión, nacionalidad o posición social, no se ha eliminado. Lugares donde la discriminación sobrevive camuflada, escondida bajo una finísima capa de piel, a la espera de que aparezca la más mínima oportunidad que considere favorable de emerger y vocear:

– ¡Lo veis!. Ya lo decía yo que estos ……… (por favor seleccione una opción: árabes, judíos, paquis, indigentes, católicos, mediterráneos, chinos, gordos, vagabundos, vikingos, mujeres, homosexuales, morenos, valones, andaluces, napolitanos, galeses, polacos, latinos, yankis, etc) son unos inútiles que no sirven para nada.

La bondad y justicia del concepto de igualdad se ha impuesto, por suerte. Aunque todavía hay muchas personas que se creen superiores, pero que han aprendido a reservarse su opinión, pues saben que por ahora, la batalla de la imagen la han perdido.

La igualdad. ¿Una buena idea?.

La igualdad, como todas las cosas, tiene sus partes positivas y sus lados más negativos. Si el miedo o la poca confianza en nuestra capacidad para gestionar y controlar los monstruos que saldrán de la caja -pues haberlos haylos-, nos impide analizar las partes negativas del concepto de igualdad, al final, correremos el riesgo de que, algunas personas, escudándose en las imperfecciones del concepto ‘igualdad’, pretendan derogarlo. Volviendo a imponer esas situaciones que aún no hemos olvidado: la superioridad de los ricos, o de los blancos, o los Europeos, o los hombres, o los musulmanes, o los japoneses, o los que hablan francés, o la casta X etc, etc

Sentirse superior, por algo que no has hecho nada para merecer, por ejemplo el nacer en un u otro lugar o, justificar los privilegios obtenidos, basándote en una especie de ley natural o designación divina; es muy tentadora.  Justamente, porque es tan sencillo encontrar excusas para lavar las conciencias,  es por lo que  es preferible actuar, analizando las partes negativas del concepto ‘igualdad’ para evitar males mayores y, poder así mantener, las partes positivas y los derechos o principios positivos que de el se han derivado.

Es indudable que la aplicación del concepto de igualdad de oportunidades, si además lo completamos con la capacidad de acceso a esas oportunidades1 y la igualdad ante la ley, es una gran conquista social, beneficiosa para toda la sociedad2. Aunque en cierta manera, lo importante del concepto de igualdad, no es tanto lo que significa, sino contra lo que lucha, esto es; la discriminación negativa. La noción de igualdad y todos los derechos y principios que de este concepto se derivan, nacen para luchar o evitar que alguna/s personas discriminen a otras personas y les nieguen derechos, principios o libertades.

Cultura Exterior

Los humanos somos seres sociales, y la persona, como ser social que es, engloba en su Cultura Exterior a muchas otras personas. Que engloba en su cultura exterior quiere decir que, gracias a que hay un acuerdo canónico similar, esta persona puede convivir con otras personas e incluso puede establecer una comunicación con quienes comparte una cultura similar. Con la expresión ‘compartir una cultura’ quiero decir que esas personas, pueden transmitirse información de unos a otros, gracias a la codificación y decodificación acordada de unos símbolos.

Esto en palabras más habituales quiere decir que el sujeto Tom, por decir un nombre, formará parte de mi cultura exterior, si de alguna manera puedo comunicarme con él, y para poder comunicarme con él, me es imprescindible primero, saber quien y que es Tom.

Si Tom es un marciano o un programa informático, yo no podre comunicarme con él, a no ser que él, adopte parte de la manera que yo tengo de ser y ver el mundo, es decir que adopte parte de mi acuerdo canónico y, a partir de aquí, de este acuerdo podrá salir una cultura en la que podamos definir unos símbolos y unos significados que nos permitan una comunicación.

Si Tom es un indígena del amazonas que nunca ha visto a un occidental, y yo aparezco de repente en su poblado, también tendremos que acordar que y quienes somos y, poco a poco trazar un mínimo acuerdo canónico y adquirir un conocimiento del otro que permita la comunicación. Será muy difícil, pero no tan difícil como en el primer caso, con el programa informático o con un extraterrestre, porque ahora ya hay una serie de aspectos que compartimos, incluso antes de que nos conozcamos (raza humana, hombre o mujer, planeta tierra, etc) que justamente me permiten ver las diferencias entre él y yo. Si yo me comparo con un programa de Inteligencia Artificial, las diferencias son tan grandes que no me permiten la comparación. Cuando me comparó con el indígena del Amazonas ya hay algunos elementos en común que me permiten ser consciente de las diferencias entre culturas y por lo tanto, realizar una comparación que me ayudará a modular que y como puedo comunicarme. El que exista un elemento en común significa que yo puedo etiquetar esa característica como elemento clasificatorio común a ambas culturas.

Si el tal Tom es un programa informático de IA, serán muy pocas las etiquetas que le pueda poner desde mi cultura, pues no comparto nada de su acuerdo canónico y por lo tanto, me es imposible suponer que cultura puedo crear, quizás solo podré poner la etiqueta de que ‘piensa’, aunque sin tener mucha certeza de la similitud del pensar para un programa y para un humano. También puedo poner la etiqueta de que ‘ha sido creado por un ser humano’ y, si no es un programa on-line ‘en cierta manera puedo poner la etiqueta de ‘donde vive’ y ‘cuando fue creado’, si es que el concepto paso del tiempo y localización física tiene algún significado similar para el programa.

Authors Antonio(n) Zeno Shindler, De Lancey W. Gill, and Albert E. SweeneyCada etiqueta que ponemos para vincularnos con otra cultura, si obtiene confirmación, es un pequeño lazo que altera la textura del Acuerdo Canónico original que ambos tenemos en nuestras respectivas sociedades.

Con el indígena, aumentan mucho mis posibilidades. Puedo crear etiquetas para la localización, su edad, el color de la piel, del cabello, su altura, su raza, su constitución, su idioma, sus dioses, su alimentación, etc, etc. Pero puesto que nuestros Pactos Canónicos son todavía muy diferentes, nos quedará todavía un largo camino antes de que podamos modelar una cultura común desde la que podamos codificar unos símbolos que nos permitan empezar a comunicarnos.

Tags/Etiquetas

He tomado prestada la palabra Tag del entorno de Internet, pues viene a ser casi lo mismo que etiqueta, pero más corto y  en cierta manera es más ajustado a mi concepto de ‘etiqueta’. Así, en un encuentro entre dos seres, cuantos más Tags comunes podamos crear ambos desde nuestras respectivas culturas, más conscientes seremos de las diferencias y más fácilmente podremos establecer un nuevo Pacto Canónico que nos permita establecer una mejor comunicación3.

Pero en esto hay un problema y es que sólo puede existir un Acuerdo Canónico.

En cada acuerdo pueden surgir miles de memorias, que generarán infinitas culturas, pero Acuerdos Canónicos solo puede haber uno. Por lo tanto, al comunicarme con otro ser, se altera la textura del Acuerdo Canónico que comparto con mi sociedad. Cuando intento trenzar un relato con el ‘otro’, estoy cambiando el telón de fondo sobre el que construyo mi mundo y mi ser social, sin dejar que el resto de sociedad, que es parte de este acuerdo, puedan y/o quieran actualizarse.

El Acuerdo Canónico surge en gran parte de la mirada que tenemos de la historia y de la memoria que de esa mirada construimos4 en sociedad. Cuando me distancío de mi sociedad, pierdo mis raíces, porque mis raíces son la memoria que mi sociedad construye. Y sin raíces, mi sociedad, mi cultura va perdiendo su sentido. Me distancío, y me aíslo porque el relato que construyo se vuelve cada vez más incomprensible para las personas de mi cultura.

Un ejemplo, exagerado pero clarificador:

Anna tiene com vecino al Sr. Tom. Ambos mantienen una relación normal, de vecinos saludados . En cada localización en la que coinciden, cada uno se comporta de manera más o menos adecuada a la situación en la que se encuentran, reaccionando y actuando, según el muestrario interno de comportamientos disponibles de que disponemos las personas para cada situación, como diría Roger G. Baker5.

Ahora imaginemos que un día. ¡Oh sorpresa!. Anna descubre que Tom es un programa informático. Una Inteligencia Artificial creada por unos dioses extraterrestres, quizás con la malsana intención de eliminar a la raza humana… o quizas no. De hecho Tom puede ser inofensivo. Anna no lo sabe, pero a partir de ese momento, cuando Anna se encuentre a Tom, Anna tendrá muchas dudas acerca de como debe comportarse, porque el conocimiento adquirido, le ha puesto en duda la realidad de lo que está ocurriendo en cada encuentro. Si Anna da un paso más y quiere conocer realmente las intenciones de Tom y que es exactamente Tom, irá adquiriendo un conocimiento no compartido que afecta a su realidad, se irá distanciando cada vez más de su sociedad; estará más sola. La única manera que tendra Anna de volver a sentirse integrada en la sociedad es actualizando el Pacto Canónico que mantiene con todos sus conciudadanos, Una actualización para que las otras personas incluyan a Tom, lo que es Tom y la posibilidad de Tom, y se forme un nuevo Acuerdo Canónico, parecido al que ahora ella tiene consigo misma. Pero esto es muy complicado y requiere tiempo. Anna no puede salir a la calle y empezar a explciar a todo el mundo que su vecino no es humano. Anna ha de crear un nuevo relato que justifique a Tom y transmitirlo a todo el mundo. La ciencia o los medios de comunicación o los gobiernos pueden hacer eso, pero una sola persona lo tiene muy difícil. Lo más probable es que Anna no pueda dar entrada a su relato sobre Tom y se encuentre con una de las herramientas que la sociedad, bajo el actual Acuerdo Canónico, tiene para lidiar con el fenómeno «persona que dice que su vecino no es humano»; y este es, cerrar a Anna en un manicomio o ignorarla completamente.

Cuando se produce una excepción en nuestro Acuerdo Canónico, el acuerdo ha de reformularse para que de entrada  y justifique esa excepción, o la excepción ha de desaparecer. O se acepta que hay Inteligencias Artificiales extraterrestres entre nosotros y creamos unos relatos que las justifiquen y unos nuevos sets de comportamientos, o no se acepta que existan AI como Tom. Lo que no puede hacer  una sociedad, es vivir unas horas en el Acuerdo Canónico donde Tom existe y otras horas en el otro Acuerdo donde es impsible que  Tom exista.

Este caso es una exageración, pero no es tan irreal, pues situaciones parecidas de encuentros entre diferentes Pactos Canónicos se producen todavía ahora, por ejemplo, cuando una tribu perdida del Amazonas se encuentra con un occidental. No hay posibilidad de convivencia de acuerdos canónicos. Las sociedades que se encuentren, o se ignoran, o se adaptan a un nuevo Acuerdo Canónico conjunto, o uno de los dos desaparece, y la tribu tiene todos los números para ser la que desaparece. Otro caso muy claro es cuando se encuentran una cultura todavía basada en un discurso mítico y una cultura científica. No pueden existir los dos pactos a la vez, pues o bien crees que llueve porque el Dios de la lluvia tiene una urgencia o crees que llueve porque es un fenómeno físico de evaporación y condensación del agua, pero no puedes creer ambas cosas a la vez.

Por lo tanto, cuanto más diferente sea el Pacto Canónico entre dos seres, más grande tendrá que ser el sacrificio que se haga por una o ambas partes para encontrar suficientes Tags que permitan enlazar una comunicación. Y lo que estaremos sacrificando, será justamente nuestro propio Acuerdo Canónico. Si al final conseguimos comunicarnos con otro ser, con un Acuerdo Canónico muy diferente, como mínimo uno de los dos, nunca podrá volver a su cultura y se volverá un paria para su propia gente.

Si Tom -ya sea un programa de AI o un extraterrestre- y yo conseguimos comunicarnos, lo más probable es que ninguno de los dos pueda volver a sus culturas. Si la diferencia no es tan enorme, como con un indígena del Amazonas, es muy probable que como mínimo uno de los dos no pueda ya volver a su sociedad porque el Acuerdo Canoníco del otro lo integre.

Querer conocer, aceptar las diferencias y cuestionarse el porque de las mismas; intentar aceptar al otro en nuestra cultura exterior de manera que su integración aporte algo a ambos, actuar, equivocarse y aprender es la única forma de avanzar. El inconveniente o peligro que esto implica, es que tenemos que quemar las naves y ser conscientes de que ya nada volverá a ser igual.

Tan igual a ti

Por el contrario, cuanto más parecidas sean las culturas y las memorias en que se fundamentan, menos conocimientos obtendremos, menos diversidad existirá, menos posibilidades veremos y más parecidos y aceptados serán los patrones de conducta que todos dispondremos para cada situación social. Es decir, menos diferencias existirán entre las personas y todo será mucho más previsible y fácil de gestionar.

Por este motivo, si al tropezarnos con un ser que vive en un Acuerdo Canónico diferente al nuestro, simplemente negamos la validez del Acuerdo Canónico en que vive y le obligamos a adoptar el nuestro, todos se volverá mucho más sencillo. Tras obligarle a aceptar nuestras bases canónicas ya sólo tenemos que proporcionarle una memoria de la historia e integrarlo en nuestra cultura. De este modo, aunque esa persona posiblemente sufrirá un terrible shock y no se adaptará, nuestro Acuerdo Canónico no se verá alterado y nada perturbará ‘la tranquilidad social’ en que vivimos. También podemos simplemente ignorarlo y esperar a que desaparezca. Esta es también una opción que muchas veces utilizamos en nuestras sociedades con ‘el/lo diferente’ que no queremos que nos perturbe.

Estas dos lineas de actuación frente a la diferencia, son las que adoptaron la mayoría de potencias occidentales y asiáticas cuando se encontraron con otras culturas, con los resultados por todos conocidos. Como es fácil de deducir, es todavía la linea de actuación preferida por las instituciones.

Actuación Institucional

Una institución no es más que una serie de normas cuyo objetivo es condicionar el comportamiento de las personas. Estas normas pueden expresarse en forma de constitución que dará lugar a una administración de un estado, pueden expresarse como una tradición o costumbre que determina o condiciona como actúan y que hacen las personas en una sociedad, pueden expresarse como acuerdo para agrupar una serie de personas bajo unos objetivos comunes, o puede expresarse como serie de normas que una o varias personas adoptan para negociar entre ellas y gestionar su relación con otras instituciones.

Obviamente si al enfrentarnos a ‘lo diferente’ lo primero que se pone en peligro es el Acuerdo Canónico, es decir las normas y relatos que creamos y trenzamos, las Instituciones que justamente tienen su razón de ser en estas normas, son las primeras que verán peligrar su existencia. Por lo tanto, antropomorfizando su manera de ser, la reacción general de la mayoría de instituciones ante la diferencia será: “Lo diferente es peligroso”La razón de esta suspicaciá es bien sencilla, Cuantas menos diferencias existan, más fácil es gestionar y controlar las culturas y memorias derivadas de un Acuerdo Canónico. Para que la administración del estado, las grandes empresas y las grandes organizaciones funcionen bien, según el punto de vista insitucional claro, es necesario que la sociedad se pueda estabular fácilmente bajo una serie de parámetros por ellos definidos. Es lo que se ha hecho hasta ahora y la argumentación de fondo de las instituciones es: “Si ya funciona, mejor no tocarlo

Como tantas otras veces me gustaría insistir que en todo esto no hay ninguna conspiración o mano negra, es simplemente una cuestión de eficiencia. Si yo tengo un campo labrado donde cada semilla es diferente y necesita unos cuidados diferentes, la gestión de este campo, el tiempo requerido para cuidarlo y los recursos que necesitará, serán mucho más importantes que si en el campo solo he plantado un tipo de semilla, por ejemplo trigo.

El intentar igualar es la dinámica institucional que arrastran históricamente todas las Instituciones, porque garantiza su supervivencia, se evitan riesgos y se simplifica la gestión y la planificación, no hay por lo tanto ninguna especie de guerra planificada entre los hombres y las instituciones que los gobiernan.

La justa proporción

http://www.christies.com/Para modular mi actuación con las personas que comparten mi cultura-exterior, formen o no parte de mi Acuerdo Canónico, es necesario que pueda diferenciar a estas personas; sino no hay modo de personalizar mi actuación. Obviamente no es lo mismo dirigirse a un amigo, a un hijo, a un policía, a una madre, a un colega del trabajo o a una persona que sólo veo en el autobús. En nuestro día a día, tenemos plenamente asumido que las personas no son todas iguales y que la comunicación que con ellas establecemos, dependerá del conocimiento que sus diferencias nos aporten. Es más, incluso los cambios emocionales que detectamos en las personas, condicionan el tipo de interacción que realizamos.

No creo que sea necesario darle muchas más vueltas al hecho de que todas las personas somos diferentes, e   incluso cambiamos en diferentes momentos. La diferencia entre unas y otras personas, puede ser más o menos importante, pero siempre hay algún aspecto que nos permite distinguir a una persona de otra. Ni unos mellizos clónicos son idénticos, pues no pueden compartir el mismo espacio-tiempo y, a diferencia de las máquinas o los sistemas cerrados, en las personas, el espacio-tiempo particular afecta a la persona. Por lo tanto, hay diferencias, siempre. A pesar de a las Instituciones no les guste y les complique la tarea.

La diferencia que define

Aunque la igualdad es lo que buscan las Instituciones, la diferencia es un elemento intrínseco a la persona y, la percepción de la diferencia, un concepto clave en la relación entre personas. A nadie le gusta que no le ‘diferencien’ es decir, que no puedan discriminarlo de los demás. Como dijo Pierre Bourdieu: “The need for distinction seems to be deeply rooted in human beings and is found in highly different cultures6“ y este hecho, puesto que es tan común, es posible que incluso sea una característica biológica de nuestra especie, para que podamos vivir en grupo y evolucionar como individuos, es decir, el que tengamos una conciencia del Yo y del Nosotros diferenciada, puede ser un  hecho neurológico como puede ser la percepción del color.

Cuando nos relacionamos, nuestro interés por las otras personas, en general, se mide por la capacidad que tenemos de percibir y significar sus diferencias. Recordar y reconocer a alguien es poder diferenciarlo. A las personas que más aprecio o conozco, es a las personas que mejor puedo discriminar del resto de personas. Por este motivo, nos sentimos queridos y valorados cuando las otras personas son conscientes de nuestras particularidades y modulan su actuación y comunicación con nosotros, en base a estas diferencias.

Por el contrario, cuando queremos olvidar a alguien lo que hacemos es intentar borrar las diferencias o particularidades que nos permiten definirlo. El conocimiento de esa persona no puede desaparecer, pero si que puedo eliminar su recuerdo.

Si nos encontrasemos con alguien que tratase a todo el mundo del mismo modo, sin importarle si la persona a la que se dirige es un anciano o un joven, un terrorista o un pacifista, una maestra de primaria o un psicópata, una persona contenta o una persona muy enojada, le trataríamos de loco o de mesías; pero no de humano, pues veríamos que no es capaz de distinguir aquel aspecto que nos importa tanto; la diferencia.

Muchas veces, en comics y películas, cuando se quiere ridiculizar a un robot o a un programa de IA, lo que se hace es situarlo en escenas muy familiares para nosotros en las que el Robot actúa de una manera que para nosotros es ridícula, para demostrar que no es capaz de apreciar y llenar de significado, esas diferencias  y esos matices que para nosotros son tan importantes.  Lo que humaniza a un robot no es el estar hecho de carne y huesos, sino el poder ver y entender nuestras diferencias y peculiaridades. Captar que aquel conjunto orgánico que tiene frente a si, se considera un individu único y valuoso, merecedor de respeto y atención, que procura que por sus diferencias, no se le confunda con nadie más. Nuestra actuación nunca es igual, siempre es proporcional a la información que las diferencias en las personas nos proporcionan y esto nos hace humanos y sobretodo sociables.

La Indiferencia que define

Pero cuando nos desplazamos del ámbito privado e individual a la esfera pública y a la gestión con las instituciones, el concepto clave ya no es la diferencia sino la igualdad. Ya sea de posibilidades o de resultados. La diferencia solo se considera como una excepción a la norma de igualdad. Incluso en el trato individual, es decir, de una persona a otra personas, si este es público, se nos iguala y se nos obliga a institucionalizarnos para poder tratarnos del mismo modo o en todo caso, tratados con las diferencias ya pautadas e iguales para todo el mundo. Los funcionarios dejan de ser personas y son instituciones, los trabajadores dejan de ser personas y se convierten en instituciones, incluso muchos desconocidos se convierten en instituciones. No  hay trato humano, sino códigos de conducta, leyes, denuncias, horarios, reglas y tarifas tras la que se tienen que esconder las personas para poder tratar a todos de la misma manera.

Tal y como se comenta en Actuación de la Administración. ESP dejamos de ser identificados por los Tags que nos diferencian, para pasar a ser identificados por los Tags que nos uniforman.

Ya no somos:

Tim el de la calle con arboles, hijo de Carmen y Albert, al que le gusta el cine de Terror y es socio del FC Barcelona y ahora sale con una chica pelirroja pero no esta claro cuanto durará porque ella quiere irse a….etc

Para pasar a ser:

– Tim Gurbet Sola. DNI 35102102-J. 24 años. Soltero. Estudiante. Caucasico. Clase media, etc, etc

En base a la igualdad es sobre lo que se construye la norma, en base a una supuesta igualdad rige el mercado y fruto de la ficcticia discusión entre iguales, es como legitimamos la ley y la democracia; los fundamentos de nuestra sociedad. La indiferencia racional en como nos agrupan las instituciones, es lo que nos define ante las instituciones y a veces incluso ante las otras personas.

El contenedor

“Igualdad” es un concepto contenedor, es decir, por si mismo no significa nada, a no ser que lo pautemos; que expliquemos los términos diferenciales que queremos igualar y su conjunto de aplicación.

Por lo tanto, cuando se esgrime la palabra igualdad, necesariamente se ha de referenciar a que significados derivados de nuestra particular cultura, nos estamos refiriendo, pues lo que puede ser igual para mi, no necesariamente tiene que corresponderse con lo que es igual para ti. En consecuencia, mi visión de que todos seamos iguales, no tiene porque corresponderse con otras visiones de que todos seamos iguales. La igualdad que puede proclamar un joven okupa, no tiene nada que ver con la igualdad que puede pedir una señora de clase alta creyente y conservadora.

El significado de igualdad no es objetivo, sino fruto de un acuerdo y una memoria construida sobre una verdad subjetiva. Por lo tanto, el significado de igualdad en la sociedad, dependerá de quién pueda imponer su propia visión; su verdad. Y esta visión de la igualdad, en cierta manera modelará el tipo de sociedad. Por ejemplo, los griegos se consideraban una sociedad igualitaria, pero su ‘igual’ solo incluía a los hombres, nacidos griegos, de clase media alta y de su propia ciudad. Mujeres, esclavos, extranjeros, pobres, enfermos, etc no entraban dentro del concepto ‘igualdad’. En la Edad Media todos los hombres eran iguales a los ojos de Dios, siempre que estos hombres iguales fuesen, hombres y cristianos. La revolución francesa amplió el termino de igualdad, pero se olvidó de las mujeres. La revolución americana se olvidó de los negros, indios o asiáticos y el liberalismo quiso convertir ‘igualdad’ definitivamente en un concepto universal  pero se olvido de los niños, los indígenas de otras culturas, etc, etc.

La ‘verdad’ de cada sociedad, ha determinado la igualdad en cada sociedad y no tenemos que creer que el momento actual ya es el punto culminante en el que podemos hablar de igualdad sin caer en los errores y visiones sesgadas del pasado. Nuestras sociedades no son igualitarias, nuestras relaciones con las personas no son igualitarias, nuestro trato al diferente, al enfermo, el extranjero no es igual. La capacidad de las personas de acceder a sus igualdades no es igual, el trato que damos a parientes nuestros como son los primatesm, no se diferencia mucho del que daban los Españoles a los indígenas, los ingleses a los negros, los japoneses a los chinos, los maorís a sus vecinos, etc. Nuestra igualdad es todavía ahora, el fruto de una verdad particular y si cambía la verdad, puede resurgir la discriminación.

¿Quién decide que ‘igualdad’ es la correcta?

En la mayoría de los casos en Europa, quien determina el conjunto donde se aplicará la igualdad y, bajo que significado general se utilizará, es el Estado Nación y las instituciones que le dan soporte (partidos, empresa, leyes, organizaciones, etc). Para el Estado Nación, el conjunto de aplicación es el propio estado y la fuente de significado, la fuente desde la que se justifica la verdad que interesa al Estado, es la ideología de la administración del estado, la memoria de la historia que esa nación se ha construido. Así, tomando a España como ejemplo, aunque lo mismo podríamos aplicar en casi todos los países, la frase del máximo representante del Estado Español diciendo:

– “Para mi, todos los españoles son iguales. ¡Viva España!”.

Tiene unas connotaciones y unos conjuntos de aplicación, absolutamente diferentes si quien la dice es un presidente demócrata actual, o es el dictador Francisco Franco, o el Rey absolutista Felipe V,  el Rey feudal Pedro el Cruel o el emperador Trajano. Pero en todos los casos, no es una igualdad objetiva, sino el fruto de la verdad que quien gobierne en ese momento, quiere vender a su sociedad.

Las instituciones del estado, gracias a su aparato propagandístico son quienes acuerdan el significado de igualdad, su conjunto de aplicación, y su objetivo. Pero en el fondo, lo que interesa a toda institución es su supervivencia, y a las personas detrás de las instituciones, lo que les interesa, es el mantenimiento o el aumento de sus beneficios. Por lo tanto, el concepto general de igualdad en un Estado Nación (y su zona de influencia), no pretende ser un concepto objetivo, sino que es directamente una herramienta política para forjar y mantener un modelo de sociedad controlado por unas Instituciones, con poco o nulo interés en la humanidad de las personas.

Puedes seguir la segunda parte del artículo desde aquí: Contra la Igualdad 2ª Parte ESP

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1  Siguiendo básicamente la concepción de ‘capacidad’ expresado por Martha Nussbaum en el libro Mujeres y desarrollo humano y por Amartya Sen y su libro Pobreza y hambruna: un ensayo sobre el derecho y la privación

2  Más discutible es la bondad del concepto de igualdad de resultados, aunque en determinados ámbitos o sectores, también es muy beneficioso.

3 Pero atención, lo que interesa es tener tags comunes a como mínimo una nueva cultura que abra las diferencias, no imponer tags desde la propia cultura, que lo único que pretendan es asimilar y homogeneizar. Por ejemplo, si el Tag que utilizo en mi nacionalidad es Europeo, tengo una amplio abanico de opciones a comparar con la otra persona, pues es un Tag que permite cómodamente englobar a alguien que luego se identifique con su Estado Nación, su ciudad, o su área geográfica y define una socio-cultura que engloba muchas diferencias. Es un Tag común que agrupa, porque la cultura que los relatos han creado es muy diversa y da cabida a muchos sentimientos nacionales, culturas e idiomas. Pero si el tag que utilizo es nacionalidad según el Estado Nación, por ejemplo Español o Francés, en el sentido más nacionalista del término, entonces cierro mucho el abanico de opciones. Solo hay un modelo de socio-cultura válido porque el Tag es impuesto y homogeneizador. Por ejemplo, todos los otros sentimientos nacionales quedan excluidos y todas las socio-culturas e idiomas también. El que el Tag sirva para homogeneizar o para agrupar teóricamente no tiene nada que ver con el hecho de que esté asociado a un estado nación. Los países tienen tendencia a utilizarlo para homogeneizar, pero no siempre y no en la misma medida. El Tag Canadiense, australiano o suizo permite muchas más diferencias socio-culturales que el Tag Turco o Saudí y algunos Tags han ido evolucionando con el tiempo, como por ejemplo el de los USA.

4  Aunque no comparta sus chovinista nacionalismo, para una muchísimo más amplia explicación de la diferencia entre memoria e historia, es imprescindible la obra de Pierre Nora: Les Lieux de Mémoire.

5  Roger G. Barker, Habitats, Environments. and Human Behavior (San Francisco; Jossey-«Bass. 1978)

6  La Distinción : criterios y bases sociales del gusto / Pierre Bourdieu ; traducción de Mª del Carmen Ruiz de Elvira