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– La Educación. 3ª Parte

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El profesor

La mejor garantía para conseguir una buena educación, es tener un buen profesor. Lo que un buen profesor puede llegar a hacer es impagable. Lo que un mal profesor puede llegar a hacer es imperdonable.

Voy a distinguir dos conceptos dentro de la palabra profesor o educador. Uno es la técnica del profesor, es decir, sus habilidades para transmitir o incentivar un conocimiento. El otro es el gusto o la pasión por la educación. Una persona puede desear ejercer el ofició de profesor, pero ser muy malo técnicamente como profesor. Otra persona puede tener una buena técnica como profesor, pero no tener ya interés por la educación. Distingo por lo tanto ‘profesor o educador como oficio’ de ‘profesor o educador como pasión’.

Ahora, volviendo al tema que nos interesa. Cuando planteamos la mejora de la educación es básico conseguir una buena partida presupuestaria para despedir a todos los profesores (oficio) que no quieren ser profesores (pasión). Luego, se ha de reciclar a tareas de soporte o dirección a los profesores (pasión) que son malos profesores o que están ya cansados (oficio) y por último, se ha de aumentar los recursos y sueldos a los pocos profesores (oficio) que son buenos profesores (pasión). Y esto es mucho más importante que construir mejores escuelas, subvencionar actividades extraescolares o poner ordenadores en todas las escuelas. He dicho mucho más importante, no que no estas otras tareas no sean importantes.

Es obvio que la pieza fundamental de la buena educación es un buen profesor, pero ¿hay alguna posibilidad de saber quien es un buen profesor? No. Ninguna. Y ¿hay alguna posibilidad de que un mal profesor no ejerza? No. Ninguna.

En países como España el tema de los profesores es todavía más increíble pues según el mismo informe TALIS, los profesores españoles son los que más horas dedican a formación y los que participan teóricamente en más cursos de formación. Pero sin embargo, los directores de los centros consideran uno de los principales problemas, la baja preparación de sus profesores.

Por un lado tenemos que los profesores son la pieza clave para una buena educación. Por otro lado tenemos el problema que en la escuela pública es imposible determinar exteriormente cuales son los buenos profesores y, no se puede actuar sobre los malos profesores. Podemos ser optimistas y creer que no existe tal problema, porque todos los profesores son igual de buenos, pero la realidad nos desmiente pues los Directores de los centros escolares consideran que los propios profesores, son una gran parte del problema.

Según el informe TALIS, en varios países europeos entre ellos España, los propios directores de los centros consideran que unos de los principales problemas que afectan a la calidad de la enseñanza son, por este orden: el absentismo, la falta de puntualidad y la poca preparación… de los profesores.

Los directores no pueden despedir al mal profesor, los sindicatos no tienen interés en proteger a los buenos profesores y la administración pública es absolutamente reacia ha despedir a sus funcionarios. De este modo, cuando un profesor no funciona, la única manera de que el centro escolar o el departamento en su conjunto funcione correctamente, es forzando a que los otros profesores a que suplan las deficiencias del mal profesor. Esto representa incrementar el volumen de trabajo de los buenos profesores y reducir el volumen de trabajo de los malos profesores, para que generen menos problemas. Al mal profesor se le aparca donde menos molesta o se fuerza (o ruega) que pida la baja por estrés o depresión. El mal profesor es un problema no solo para los alumnos; es un problema para todo el mundo; excepto los sindicatos.

Pero, puesto que la valoración de la excelencia educativa de un profesor no es un criterio a tener en cuenta por los sindicatos o la administración, el mal profesor ve premiada su actitud, pues trabajo menos y cobra igual y, el buen profesor, ve castigada su actitud, porque trabaja más y cobra igual.

La situación es insostenible y con el tiempo, las energías se agotan y los buenos profesores no pueden ir supliendo el trabajo del mal profesor, viendo que el único beneficiado por esta situación es el mal profesor. De este modo, dejan de suplir sus deficiencias y cansados y decepcionados se desentiende del sueño de procurar un buen nivel en ese centro, o al claustro o su área y se dedican solo a lo suyo; que no es poco.

El trabajo de un profesor es muy duro y complicado y, aguantar diariamente algunas clases de jovenes requiere mucha energía y optimismo, por lo que no es de extrañar que excelentes profesores acaben agotados o se quemen. Esto es comprensible. Pero que acaben agotados, cansados y decepcionados por culpa de un compañero inutil es intolerable. Un solo inútil puede hundir todo un departamento y dos o tres inutiles bien posicionados hundir y agotar a todo el equipo educativo de una escuela.

Gracias en parte a algunos sindicatos de profesores, en muchos países europeos se ha conseguido que el nivel de excelencia del profesorado de un centro lo determine el peor educador de ese centro.

Por lo que se refiere a los padres, el mal profesor está blindado y los padres no disponen de prácticamente de ningún tipo de información a priori, ni de ningún poder sobre la calidad del profesor del centro a posteriori. Todos los profesores son iguales y toca el que toca. La información sobre el profesor es inexistente.

Tras indicar todo esto, he de aclarar que no considero positivo que la información sobre los profesores esté a disposición de los padres y que estos puedan actuar para determinar que profesor es bueno y cual tiene que ser despedido. Pero si que creo que esta información y esta capacidad de actuación tiene que estar a disposición de unas personas; los Directores de los Centros Educativos.

Si los Profesores son la pieza clave de la buena educación, los Directores de los centros son la pieza clave del buen sistema educativo. En el caso de los Directores,  la información sobre su persona y su curriculum (no su vida privada) si que tiene que ser pública y accesible a todo el mundo, porque ellos son quienes han de poder organizar su escuela, explicar porque la organizan así y cuales son sus objetivos. Los Directores son los que han de representar públicamente su proyecto educativo con su equipo de educadores y el porque ese proyecto es diferente o igual que los otros. Son el puente entre la escuela y el entorno. Son ellos los que responden por los educadores frente a los padres y quienes definen los valores de excelencia que la escuela pretende y los principios ideológicos con los que se identifica. Por estas razones, los padres no necesitan conocer que tal son los educadores, pues han de delegar esta tarea en un Director, una persona en quien depositan su confianza para que elimine del sistema a los malos profesores, atraiga a los buenos profesores y proporcione una educación con un alto nivel de excelencia a los alumnos.

La administración, las asociaciones de padres y un representante de los profesores son quienes seleccionan a los Directores y estos seleccionan libremente a sus equipos. Si un profesor no funciona, el director lo ha de poder remplazar por otro. Si un equipo no funciona, la administración y los padres han de poder remplazar el Director por otro, para que arregle el equipo o funde uno nuevo.

El Director es la pieza clave de todo el engranaje y el que ha de ejercer un liderazgo efectivo en la escuela. Contando con profesores de verdad y no con profesores convertidos en meras piezas estándar y quemadas, fácilmente sustituibles unas por otras.

Por ahora, esto es una quimera en la mayoría de países europeos. En menos de la mitad de los países de la Unión, la selección de los profesores es competencia de los centros escolares. Y son todavía menos los lugares en Europa donde el Director es el encargado de la selección como ocurre en Suecia, Islandia y Noruega. En otros pocos la selección es compartida, en mayor o menor medida, con el órgano de gestión del centro; es el caso de países como Irlanda y Reino Unido o la Bélgica Flamenca. La capacidad de decisión de los centros en materia de medidas disciplinarias y despido de los profesores es aún menor. Los profesores son intocables. Aunque es positivo que en alrededor de la mitad de los sistemas educativos europeos, las decisiones relativas a la concesión de complementos salariales a los profesores por horas extras y/o funciones o responsabilidades no propias de su función, si que a menudo las tome el director.

Funciona aquí, no funciona aquí

[2]Es importante actuar sobre el sistema educativo europeo pues es uno de los pilares del futuro de nuestra sociedad pero, como ya he indicado reiteradamente, uno de mis conceptos básicos es la proporción y esto también se aplica a todo lo que acabo de indicar.

He expuesto lo que creo que tienen que ser las bases para poder construir un buen sistema educativo, porque en general en Europa no funciona bien. Pero este ‘en general’ no significa que en todas partes sea un desastre; al contrario, hay lugares, regiones y escuelas donde el sistema educativo funciona muy bien.

En Flandes, en Finlandia y en Bavaria por poner unos ejemplos, a pesar de tener enfoques pedagógicos y metodologías muy diferentes, si nos atenemos a los informes PISA, el sistema parece funcionar muy bien. En consecuencia, en una política educativa Europea, no debemos actuar como una apisonadora, sino que es preferible dejar que los sistemas que funcionan bien sigan floreciendo y, actuar solo sobre las zonas que no funcionan. No tenemos que implementar planes uniformadores para todo el mundo, sino objetivos comunes. Luego cada región o escuela podrá utilizar el sistema que considere más apropiado para llegar a esos objetivos. Si algo funciona, en este caso si que podemos comentar ‘no lo toques’, hasta que estés seguro de que puedas mejorarlo o, hayas arreglado todo lo demás.

Qué aprender

No es mi intención detallar aquí un completo índice de las materias que han de impartirse en las escuelas, ni de cuantas horas o de que manera han de ser impartidas y evaluadas las diferentes asignaturas, ni de si es necesario añadir asignaturas como ‘comer bien’ y eliminar otras como ‘Filosofía’.

Lo que quiero es destacar unos pocos aspectos que considero que son básicos y han de aprenderse en las escuelas, independientemente de que asignaturas se aprendan. Estos aspectos son: saber leer, saber comunicar y el idioma Inglés.

Con esto no quiero decir que los estudiantes tengan que saberse de memoria las obras clásicas de la literatura universal, ni que escriban sin cometer una sola falta de ortografía o que sepan más gramática inglesa que los ingleses. Todo esto es muy positivo, si es un añadido más, pero el objetivo básico es leer y comunicar. Y aquí no entran valoraciones de leer y comunicar bien o regular o mal. Hemos de aprender a leer y comunicar sin problemas. Leer para comprender y, comunicar controlando el significado. Esta es la base mínima. A partir de aquí si que se puede valorar si uno lo hace mejor que el otro.

De los tres aspectos básicos el más importante es el idioma inglés porque si no lo domino, se me limitará mucho el espacio en Europa donde poder vivir y comunicarme. La educación en Europa puede ser en el/los idiomas que se desee, más el inglés.

Por lo que se refiere a la importancia de la lectura y la comunicación tengo que dar un pequeño rodeo.

[3]Para comprender al otro, es preciso comprender como sus experiencias y sus actos están moldeados por sus deseos, querencias, intenciones y emociones. Cuando estas cerca de alguien siempre es interesante conocer si el otro te ve como un bistec para cenar, como un peligro, como un amigo, como una herramienta, etc.

Para descubrir lo que las personas piensan que son, lo que piensan que somos, lo que creen que están haciendo y con que propósito piensan ellas que lo están haciendo, es necesario lograr una familiaridad operativa con los marcos de significado en los que ellos viven sus vidas. Pero la visualización y comprensión de sus estados intencionales, el poder familiarizarse con sus marcos de significado, el poder preveer si me comerá o no, si me ve como amigo o enemigo,  sólo puede conseguirse mediante la participación conjunta en los sistemas simbólicos de la cultura. Si no hay un sistema simbólico compartido es imposible comprender al otro, porque no hay posibilidad de ningún tipo de comunicación.

Si viene un extraterrestre a mi casa, me será imposible deducir cuales son sus intenciones, a no ser que de alguna manera encontremos un modo de comunicarnos, es decir, que encontremos un sistema simbólico compartido, como puede ser para el marciano, un curso de Marciano-Catalán por correspondencia.

Un lenguaje común siempre es de gran ayuda. Entre los humanos y en la comprensión de nosotros mismos, el sistema simbólico más potente es el lenguaje y el conjunto más coherente de sistemas simbólicos es la cultura.

La función del lenguaje es trenzar una narración que haga comprensibles al otro, las desviaciones respecto al propio patrón cultural canónico; el porque y el como yo actúo diferente de ti. Es básico que el alumno aprenda a comunicarse con el lenguaje dialogado y que aprenda también que el lenguaje no es el único medio de comunicación.

[4]Además de comunicar, el otro puntal básico es leer. Leer es muy entretenido y si el libro es bueno, mucho mejor, pero en el ámbito educativo, la función del libro no es únicamente la de ser entretenido, sino la de hacernos conocer vidas diferentes de la nuestra y comportamientos diferentes de los nuestros. No siempre podemos establecer una comunicación utilizando el lenguaje dialogado y por lo tanto, en muchos casos, familiarizarse con el marco de significados del otro solo podré hacerlo conociendo su cultura gracias a un lenguaje no dialogado; la escritura. La mejor manera que hemos desarrollado los humanos para transmitir nuestra cultura y nuestra singularidad es la escritura.

Como comenta Gregori Luri refiriéndose a la importancia de leer, “De esta manera entendemos hasta qué punto la singularidad de cada persona es real y, al mismo tiempo, puesto que podemos entenderla, hasta qué punto todas las personas somos iguales. Entendemos su vida y, por lo tanto, la comprensión es posible, pero también entendemos su diferencia. La objetividad del saber es, en la lectura, una exigencia de la trama. Comparándonos objetivamente con los otros, ampliamos la perspectiva desde la que nos observamos a nosotros mismos. Participamos en las vidas de otros al permitir que formen parte de nuestras experiencias. Hay aquí una profunda experiencia democrática. Además, al leer textos complejos aprendemos a expresar la complejidad y por lo tanto, a sustituir la fuerza de los puños por la de los argumentos. En conclusión: la lectura y, en general, la palabra, es uno de los instrumentos sobre los que se sustenta la democracia, porque la lectura es inherentemente social, participativa, basada en la comunicación de diferentes perspectivas. La palabra y la democracia son simplemente dos caras de la misma moneda.”

El conocimiento, la palabra, la comunicación y la democracia son cuatro aspectos que no tienen límite de mejora, por lo que las personas hemos de tener siempre la posibilidad y la facilidad de estar inmersos en un proceso educativo continuo. La diferencia entre la educación de los niños y la de los adultos es principalmente que una es obligatoria y la otra voluntaria. Pero la concepción política de fondo es que la educación se inicia cuando nacemos y la graduación se llama muerte.

Y un último punto.

No hay formulas mágicas, ni verdades que puedan aplicarse en todas partes del mismo modo. Siempre hemos de actuar con conocimiento y con proporción. Algunas personas, ven las escuelas como fábricas de ‘futuros ciudadanos’ y tienden por lo tanto a creer que es fácil reformar una escuela; que las claves del éxito de una escuela, pueden ser aplicadas directamente a una escuela fracasada para provocar su mejora. La pedagogía no es un proceso industrial en el que una pieza puede ser sustituida por otra sin problemas. Los directores y profesores como ya he indicado, no han de ser piezas estándar que puedan substituirse sin problemas y la cultura exterior de los niños, se extiende a todo su entorno y afortunadamente todavía cada entorno es diferente. Por lo tanto, una escuela es, antes que cualquier otra cosa, un sistema abierto muy complejo, donde las relaciones de confianza, el entorno y los vínculos emocionales tienen tanta o más fuerza que los meros datos y las evaluaciones científicas porque la escuelas están creadas, formadas y utilizadas por personas.

Podemos utilizar la teórica, la experiencia y la técnica para estructurar la reforma de una escuela, pero todo esto no nos será muy útil, si no somos capaces de conocer muy bien su sistema de confianzas, el entorno y los vínculos emocionales en esa escuela y en ese entorno. Esto es básico en cada escuela, pero es imposible de trasladar de una escuela a otra; se ha de crear in situ en cada escuela.

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