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Catalunya

Es obvio que el sentimiento independentista en Cataluña está creciendo, pero este crecimiento tiene un techo natural cercano al 50 por ciento que, por ahora, no va a ser sobrepasado, porque la mayoría de los autoproclamados independentistas, no quieren ni ver, ni reconocer, tres hechos básicos de Cataluña:

– Prácticamente la mitad de los Catalanes, no tienen el Catalán como lengua materna.

– Más del 60 por ciento de la población catalana, tiene parientes y amigos que son de otras partes de España.

– Lo más parecido que hay a Cataluña es,… el resto de España.

Por lo tanto, una movilización que se base en el ataque a España, utilice sólo el Catalán como idioma y presente a España como un bicho raro, pocos visos tiene de convencer a esa mitad de la población que no habla catalán o, que tiene parientes y amigos por toda España o, que siente gran parte de la cultura española como su propia cultura, de que se una a su causa.

¿Qué tendrían que hacer los independentistas?

– Primero
Tirar a la papelera la lista de hechos exclusivos que definen a los catalanes y cambiarla por una lista de hechos que definen a Cataluña. El Catalán, la Sardana, Montserrat, la Rumba, los Canelones, el ‘pa amb tomaquet’, la vestimenta, etc quizás definen Cataluña, pero para ser catalán no necesitas hablar Catalán, ir a Monserrat, bailar Sardanas con barretina y comer canelones con ‘pa amb tomaquet’ entre rumba y rumba.

Lo importante es que los catalanes reconozcan los hechos que conforman la historia y cultura de su país, no que se impongan estos hechos para convertir a cada ciudadano en una pequeña Cataluña andante. Los hechos diferenciales diferencían países, no personas. Y si algunos catalanes no quieren hablar catalán o bailar sardanas, o son alérgicos al ‘pa amb tomaquet’ o no soportan las rumbas, no por eso automáticamente dejan de ser catalanes. Es más, puedes ser fan de Estopa, ir a una disco a bailar lo último de Camela, hablar castellano todavía con deje extremeño y no haber pisado un ‘esplai’ y querer más a tu tierra y ser más independentista que muchos supuestos nacionalistas catalanes.

– Segundo.
Plantear la independencia de Cataluña como si el enemigo fuese España es un error. No puedes decirle a gran parte de la población que ‘los malos’ son justamente esos parientes o amigos suyos.
Si hablas de que España oprime y expolia Cataluña, de que España hablas? De tus propios abuelos que han vuelto a Murcia?, de tus primos de Zaragoza?, de tus amigos de Madrid? de los padres de tu chica de Gijón? Son estos españoles los que expolian a Cataluña?. …
Con el resto de España los catalanes comparten mucho más que con cualquier otro país (y más ahora que en Andorra hablan portugués).
Por cultura, por gastronomía, por literatura, por costumbres, por idioma e incluso por el catalán que hablan en otras partes de España, en ningún otro lugar, un catalán se sentirá más cómodo que en España.
Por lo tanto, es de tontos atacar a lo más parecido a ti que te puedas encontrar.
Conclusión:

A largo plazo, los países los definen las personas, no la geografía y, la clave de la independencia de Cataluña está en sus gentes. Pero no en la gente que vive en lugares como Ripoll o Manresa, sino en las personas que viven en lugares como Hospitalet y Badalona.

La clave de la independencia está en admirar todo lo bueno que tiene España y aceptar como parte positiva de Cataluña, todo lo que esta unión ha proporcionado, incluido el castellano y las tradiciones y sentimientos culturales que han enraizado en la sociedad catalana.

No se tiene que hacer limpieza de todo lo que ha venido, buscando esencias patrias entre las cenizas de lo que fue, sino aceptar la diversidad como esencia y savia de la nueva patria.

Así que, desde el cariño y la admiración, por los pueblos de ese gran país vecino, con el que compartimos tantas cosas, tenemos que decir:


‘Lo sentimos pero quizás mejor nos separamos un tiempo, antes de que las cosas se pudran de verdad’.