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Poder Supervisor -ESP

Poder Ejecutivo, Legislativo, Judicial y Supervisor

Actualmente el desprestigio de los partidos políticos y de sus miembros es enorme. Tan enorme que, en muchos países europeos, los políticos son percibidos como uno de los principales problemas de sus respectivas sociedades. Por otro lado, cuando tratamos con sociedades formadas por millones de personas, parece imposible imaginar un funcionamiento democrático, sin partidos políticos, por la mera imposibilidad de gestionar un sistema de democracia directa.

¿Tenemos pues que aceptar los partidos como un mal necesario del sistema democrático actual?.

No.

Los partidos en si, no son inherentemente malos, son tan solo una forma de articular la representación de unas ideas, más o menos comunes a mucha gente, ante una administración de gobierno y de presentar una forma de gestionar el gobierno de acuerdo, con esas ideas. Lo que es malo, es la función y actuación de los partidos, en la sociedad que tenemos. Lo que está creando el problema es el diseño institucional, no la sociedad, ni los partidos, ni los políticos. Son las normas, y lo que estas permiten hacer, lo que provoca el desajuste básico. Por ejemplo, si yo pongo una norma que dice que los que tengan ojos grises cobrarán 1000 € más que las otras personas, lo que está mal no es el tener ojos grises, ni el poder cobrar este dinero, sino la existencia de una norma que favorece a los que tienen ojos grises y provoca un desajuste o discriminación de ellos frente a las otras personas.

Con los partidos y los políticos ocurre algo parecido. En el diseño del marco institucional hay un error, o un desajuste, que favorece que se invierta el orden de prioridades de los partidos. Teóricamente, los objetivos de los partidos son:

  • Primero. Puesto que su razón de ser y utilidad, es ser la expresión formal del sentir de una parte de la sociedad, su objetivo ha de ser conectar las ideas, necesidades y problemas de esta parte de la sociedad con los órganos de gobierno, porqué esta parte de la sociedad cree que la aplicación de sus ideas en la gestión del gobierno, será positivo para el conjunto de la sociedad.
  • El segundo objetivo es proteger y reforzar el partido lo suficiente, para que pueda acceder y trabajar desde el poder y de este modo cumplir su primer objetivo, trasladar la forma de ser y de pensar de una parte de la sociedad a la política.

Por desgracia, en la mayoría de partidos políticos se invierten las prioridades y el segundo objetivo se transforma en el primero. Así el “protegerse y reforzarse lo suficiente para acceder y trabajar desde el poder” se convierte en el primer objetivo del partido. Y además este ‘lo suficiente’ nunca es suficiente. El partido está siempre en un bucle de refuerzo y acceso -o mantenimiento- en el poder, que le deja sin energías y recursos para acometer el segundo objetivo “trasladar la forma de ser y de pensar de una parte de la sociedad a la política”. Y el poco esfuerzo que puede dedicar al ahora segundo objetivo, es meramente funcional y supeditado al primero. Si el partido demuestra que es representativo y útil, tendrá más legitimidad para seguir en el poder, por lo tanto, es importante hacerse propaganda de su utilidad -que no necesariamente hacer algo- para seguir en el poder.

Pero insisto. Esto no es un mal de los partidos o de los políticos. Es un error del sistema que en cierta manera les obliga a actuar así.

Haciendo una analogía con el cáncer. Un tumor es un problema -de hecho puede ser un gran problema-, pero no es El Problema. El verdadero problema es la patología que conlleva un desajuste en la reproducción de las células, a la que llamamos de forma genérica cáncer. El tumor, técnicamente, sólo es una neoplasia, es decir una nueva formación o un nuevo crecimiento en un tejido. El problema tampoco es el tejido donde surge el tumor, no hay una invasión externa, ni necesariamente, una degradación de este tejido, es decir, de sus células. Las células son las del propio cuerpo y cada una, individualmente, funciona relativamente bien, el verdadero problema en todo cáncer, es el cambio en una serie de instrucciones internas de las células, que provoca que el marco de trabajo de estas células deje de tener como referencia la estructura global del cuerpo y pasen a autoreferenciarse localmente, de manera que su trabajo y vida, ya no depende de la estructura global, sino de su propio ser y de su momento. Por lo tanto se convierten en un elemento perjudicial para el conjunto, pues el organismo, tiene que empezar a destinar nutrientes, recursos y espacio a un ‘algo’, que ya no trabaja para el bienestar del cuerpo, sino únicamente para su propio interés.

De la misma forma podríamos decir que los partidos y los políticos son un problema, pero no son El Problema. El problema real es un desajuste en la norma fundamental del sistema democrático, que permite un crecimiento descontrolado de unas organizaciones, los partidos, que pueden enquistarse y generar unas Instituciones que les proporcionan ‘nutrientes’, y en vez de tener como referente a la estructura global, pasan a autoreferenciarse. De manera que su objetivo de trabajo ya no es la estructura global de la sociedad, sino su propio ser y momento local. Se convierten por lo tanto, en un elemento perjudicial para el conjunto, porque su crecimiento deja de tener relación con el sistema que los ha creado. Al mismo tiempo, el sistema se ve forzado por las nuevas Instituciones que los partidos han creado, a destinar recursos a estas organizaciones y su nube de Instituciones, aunque ya no trabajen para el bienestar de la sociedad, sino para su propio interés.

Por lo tanto, si queremos afrontar la actual problemática con los partidos políticos, tendremos que afrontar su funcionamiento y razón de ser, pero también tendremos que profundizar un poco más, y corregir el desajuste en la norma fundamental que permite la existencia de unas organizaciones, que pueden generar unas Instituciones que manipulan el código de la sociedad en su propio provecho.

Analicemos cada problema por separado, que básicamente son dos:

  1. Hay unos desajustes o errores en la Norma Fundamental del sistema democrático.
  2. Hay unas organizaciones, en general los partidos, que pueden alterar el sistema, creando o controlando Instituciones perjudiciales para la Sociedad.

1 – Hay unos desajustes o errores en la Norma Fundamental del sistema democrático.

Cuando hay un problema con el funcionamiento de un sistema, y somos parte del sistema, de hecho tenemos dos problemas, pues si el sistema no funciona, las herramientas que el propio sistema tenga para arreglarse o regularse, posiblemente tampoco funcionarán. Es como la paradoja de tener que llamar al servició de reparación de tu teléfono, desde tu teléfono.

Para solventar este tipo de problemas, el Poder Constituyente, -la voluntad política que creó la norma fundamental que rige una sociedad- acostumbra a crear algún un tipo de organización o actor libre e independiente del sistema, para que institucionalmente y con la legitimidad que da el ser la expresión permanente del Poder Constituyente originario, pueda actuar y alterar la norma fundamental. Esto seria una buena idea, si el Poder Constituyente hubiese conseguido realmente crear unos órganos, o preparar a unas personas, para que actuasen de una forma libre e independiente, y no se viesen condicionados por el poder de las instituciones de ese Estado, que han de controlar. Por desgracia, esto no se ha conseguido. En la mayoría de países, los órganos depositarios del Poder Constituyente, acaban siendo controlados y manipulados por organizaciones del propio sistema.

La propuesta básica para salir de este ‘cul de sac’, es crear y formar unos órganos y personas que estén realmente fuera del sistema, libres de la influencia de los partidos e Instituciones de los Estados y al servició de los habitantes de esos estados.

Detallemos un poco más esta propuesta

Como he indicado anteriormente, en las constituciones actuales, ya se preveen algunas organizaciones o agentes, que desde dentro del sistema puedan alterar el propio sistema o realizar pequeños ajustes. Un ejemplo en España es el Tribunal Constitucional, en otros sitios puede ser el Presidente, en otras el Rey, en algunas sociedades existen órganos asesores, o defensores de los ciudadanos o alguna cámara especial, etc. La idea fundamental de todos estos organismos o agentes, es que son los garantes del espíritu que creó las diversas constituciones, frente a las poderes y abusos de las organizaciones e instituciones internas, y son también los encargados de reformar o indicar, cuando y como, las constituciones han de ser reformadas, si se considera que no responden correctamente al espíritu del Poder Constituyente que las creó, pues el tiempo pasa y algunas cosas quizás han de actualizarse.

Hasta aquí todo esta muy claro. El problema reside en que, en casi todos los casos, la constitución establece estos órganos, pero, deja la elección y funcionamiento de los mismos, en manos de las Instituciones del Estado, o directamente en manos del propio Gobierno. Por lo tanto, quienes han de vigilar la norma fundamental, están supeditados al sistema, controlados por el sistema, y se ven inevitablemente afectados por sus vicios y defectos.

Como ya hemos indicado anteriormente, el primer punto fundamental es que, independientemente de que tipo de órgano, institución o persona vaya a tener la legitimidad del Poder Constituyente de forma permanente, este ha de ser externo al sistema. Sino es imposible que pueda actuar sin presiones, ni condiciones contra el sistema.

Puesto que ha de ser externo pero al mismo tiempo convivir dentro del sistema para poder conocer su realidad, ha de ser invisible al sistema y no estar sometido a sus leyes. Esto implica que los miembros de esta organización no pueden tener ningún bien, para que no les afecte la fiscalidad, no pueden tener identidad, para que no les controle ninguna administración y han de tener un estatus legal parecido al del cuerpo diplomático, para que no les afecte ningún poder ejecutivo. Solo con estas premisas es factible crear un nuevo poder Supervisor de la actuación de los otros poderes en su relación con los ciudadanos y la constitución o sus límites.

Para que este tipo de organización y sus miembros sean aceptados, y no sean vistos con suspicacia, es imprescindible que su actuación sea garantía de neutralidad y confianza y que su único interés, sean las Personas de ese país.

Solo una organización así ha de poder modificar la Norma Fundamental, y solo esta organización y sus miembros han de poder intervenir en los casos de conflicto entre los ciudadanos, su Constitución y las instituciones y organismos derivados de la constitución. Por ahora, a los miembros de esta organización encargados del poder Supervisor los llamaré Neo-Humanistas para enfatizar más el aspecto humano de su tarea, que no el de mero supervisor o controlador.

2 – Los partidos, que pueden alterar el sistema, creando o controlando Instituciones en beneficio propio.

Como hemos comentado en el anterior punto, una organización externa, libre de la influencia de partidos e instituciones, y que sea depositaria del Poder Constituyente de forma permanente, puede ser de gran ayuda para mantener el control y la actualización de la Norma Fundamental de una sociedad democrática. Pero intervenir en las normas fundamentales de un estado, siempre ha de ser la última opción. Si queremos evitar que, aprovechándose de los desajustes del sistema y de las debilidades humanas, los partidos políticos y las instituciones que genera, se conviertan en un problema tan grande para el propio sistema, que lo bloqueen o anulen, y sea necesario una intervención en la norma fundamental, hay una serie de iniciativas que podemos tomar y que ayudarán a controlar mejor el poder de los partidos.

Primera Iniciativa.

Y más importante; desvincular a los partidos y a los políticos del poder. La idea central es: Los partidos piensan y planifican, pero no gobiernan.

La linea ideológica la trazan los políticos, pero la ejecutan y administran tecnócratas, que son quienes controlan los cuerpos de funcionarios y la administración del Estado y por lo tanto, son ellos quienes van en las listas electorales. No son los políticos quienes se presentan a las elecciones, sino los tecnócratas que los políticos eligen. Únicamente en el ámbito local, los partidos y los políticos siguen actuando como siempre.

Esto no significa convertir la democracia en una tecnocracia pura y dura, pues los tecnócratas son elegidos por políticos y votados libremente. No son situados directamente en los puestos de poder, sino que su acceso a una posición de poder, depende de dos componentes: la proximidad ideológica a un partido y la proximidad emocional a unos votantes que tienen que ratificar vía unas elecciones su designación.

Situar a tecnócratas en lugar de políticos en los cargos, no sólo se hace para separar a los políticos de los órganos de poder directo. La otra razón es que, aunque pueda parecer obvio, no por ser miembro de un partido, eres mejor gestor o profesional, y esto los partidos no parecen entenderlo.

Cuando un partido accede a una cuota de poder, intenta colocar a sus miembros, en las vacantes de los órganos de gestión a los que tiene acceso. Pero suponer que el perfil del miembro del partido, que el propio partido designa para esa vacante, es, entre los millones de personas que hay en un país, justamente el más preparado para esa vacante, es de un cinismo, o ceguera absoluta. El partido situá a sus personas, no porque sean las mejores, sino porque las conoce y sabe que no trabajarán contra el partido. Recordemos que el objetivo principal del partido es protegerse y reforzarse, para conseguir o mantenerse, en el poder. Además, al poder situar un partido a sus miembros en los órganos de poder y, actuar como una agencia de colocación de élite, se favorece que el partido sea visto como un trampolín para acceder a puestos de poder en la administración del estado, instituciones o organizaciones. Es decir, el Partido Político se convierte en una organización que puede premiar a sus dóciles y sumisos colaboradores con puestos de trabajo. Puestos de trabajo que acostumbran a ir acompañados de excelentes prebendas económicas. Se establece así un productivo binomio. El partido necesita gente más fiel al partido que a la sociedad, que le ayuden en su objetivo que es apalancarse en el poder y mantener su estructura, y, la gente sabe que si responde a esta fidelidad, el partido les premiará con un buen trabajo.

Así que:

  • Para evitar que los partidos accedan a posiciones de poder que les permita blindar su permanencia en el poder.
  • Para impedir que las personas que tienen puestos de gran responsabilidad, tengan más intereses para con su partido que con la sociedad.
  • Para evitar que los altos puestos de la administración sean ocupados por miembros del partido cuyo único mérito es ser miembro del partido.
  • Para eliminar la percepción de que un partido político es una agencia de colocación para los mejores puestos de trabajo.

Es preferible separar a los partidos políticos, de la administración del estado y sus instituciones. Los políticos de un partido no han de poder presentarse a las elecciones, ni pueden ser designados para ocupar altos puestos políticos en la administración del estado, sus organismos o empresas.

Se exceptúa de esta directriz, las elecciones locales, o en municipios y barrios con menos de 50.000 habitantes, por razones de logística, costes y como veremos más abajo, por que el funcionamiento es diferente, y los casos en que la persona propuesta, a pesar de ser miembro de un partido, cuente con la aprobación de todos los partidos de la oposición.

Segunda Iniciativa.

Muy breve. El poder corrompe. Por lo tanto es imprescindible limitar la exposición al poder de políticos, partidos, funcionarios y tecnócratas, penalizando la permanencia en cargos de responsabilidad y convirtiendo las elecciones en una herramienta compensatoria, es decir, quien ha ganado unas elecciones, si vuelve a presentarse, ha de mejorar sus anteriores resultados electorales para poder seguir gobernando. De este modo, no gobierna quien gana las elecciones, sino quien demuestra que ha mejorado. E incluso quien lo hace muy bien, llega un punto en que tiene que dejar paso a otros, como mínimo durante una legislatura y observar su trabajo desde fuera.

Tercera Iniciativa.

Dividir todo lo que es la gestión del espacio público y la administración del Estado en dos niveles claramente diferenciados. La Esfera Local y la Esfera Supralocal. En cada uno de ellos, la implicación de los ciudadanos en la política y en la vida pública y por lo tanto, el papel de los partidos y el sistema de elecciones es diferente.

– Esfera Supralocal

Hemos de asumir abiertamente que no todo el mundo tiene interés en la política e incluso, para los que tienen interés en la política, es casi imposible tener una opinión sobre todos los temas que sobrepasan el ámbito local, pues es difícil disponer de suficiente información, como para tener una opinión mínimamente fundamentada y ser conscientes de las consecuencias de esa opinión. Obligar o gastar dinero incentivando a las personas a participar en unas elecciones y dar una opinión sobre una vida política que no conocen, ni les interesa, no tiene mucho sentido. Las personas terminan opinando sobre la validez de las opiniones de una persona por la manera en como viste, por lo guapa que es su mujer o por los chistes que cuenta, porque estos son factores sobre los que si tienen una opinión y de esa opinión o pre-juicio que conocen, les es más fácil presuponer o inventarse como serán las opiniones de ese político en otros temas.

Incluso los políticos más brillantes y preparados que participan en la política, tienen un límite a su capacidad de asumir conocimientos, y llega un punto en que incluso ellos han de guiarse por instintos y pre-juicios, y tomar decisiones importantes, basándose en motivos tan triviales como los que puede utilizar cualquier persona, es decir, ese dirigente de otro país me cae mal porque le huele el aliento, con este político me entrevisto porque es simpático, atiendo a este empresario porque es famoso y a ese otro no le hago ni caso porque viste como un pordiosero.

La premisa de que en base a una serie de datos empíricos y unas acciones posibles, es factible preveer, siguiendo un razonamiento lógico, lo que va a ocurrir, en política no se sostiene. Es imposible conocer acerca de todo y ser capaz de preveer las consecuencias de todas las decisiones. A pesar de los aparentes grandes éxitos y avances científicos, los humanos estamos todavía muy limitados, cuando queremos actuar de una manera racional y lógica, y mezclamos a humanos, o sea, sistemas abiertos y complejos, en nuestras ecuaciones.

Pero en lo que si que somos muy buenos los humanos es sacándonos los problemas de encima. Si los humanos no podemos acumular suficientes conocimientos para poder desarrollar unas mínimas lineas lógicas de actuación, ni preveer, aunque sea aproximadamente, lo que puede ocurrir, pues nos inventamos algo que pueda hacerlo por nosotros y ya está. Este algo que puede hacerlo por nosotros son las instituciones. En concreto, las instituciones cuya función es agrupar personas de una forma tal, que les permite acumular gestión del conocimiento, procesarla y evolucionar. Por ejemplo la institución de un museo, una fundación, una religión, una universidad, una empresa o un partido político, son instituciones, pero dependientes de una organización que las dinamiza, y que se converte en sus órganos sensibles al mundo exterior, para que vayan creciendo, a diferencia de las instituciones fijas o sin organización, que tan sólo condicionan un comportamiento humano y que no evolucionan ni adquieren más poder, sino que cambian o mueren, como puede ser el código de circulación, una tradición, un código de leyes, un fuero o una normas de educación.

Estas Instituciones no tienen potencialmente límites, ni espaciales ni temporales, a su capacidad de crecer. Siempre pueden aumentar su conocimiento acumulado y su capacidad de gestionarlo. El conocimiento que hay en una empresa como Microsoft, el departamento de defensa americano, la Biblioteca del Vaticano, la FAO, el FMI o cualquier gran Institución+Organización de este tipo, es imposible que pueda ser recogido por ninguna persona. Y la capacidad y recursos que tienen para gestionar este conocimiento es también enormemente superior a la que cualquier humano. Lo que no quiere decir que no se equivoquen, pero puestos a dar una respuesta y preveer las consecuencias racionales de esta respuesta, es obvio que una institución podrá ser mucho más precisa, que un ser humano individual.

Así que, en cierta manera, una democracia de las instituciones, sería mucho mejor que una democracia de las personas, pues estas estarían mucho mejor capacitadas para, al ser cuestionadas en un referéndum, ofrecer una respuesta más correcta y ajustada a la información disponible y con una mejor previsión de las consecuencias de su decisión. Además, el Estado y todo el sistema de gobierno de una nación, son también instituciones y por lo tanto, es mucho más fácil que se relacionen correctamente instituciones entre si, que no humanos e instituciones.

¿Podemos dejar entonces la democracia y las elecciones en manos de partidos, empresas y otras instituciones?. ¿Sus decisiones y opiniones serán mejores que las que podamos tener los seres humanos?. ¿ Somos tan limitados e imperfectos que mejor nos sometemos al criterio de las instituciones?.

Obviamente no.

Hay dos razones básicas que impiden que podamos dejar nuestro futuro en manos de las Instituciones. El primero es que las Instituciones no son humanas y por lo tanto, ni tienen comprensión de nuestras peculiaridades, ni tienen interés en nosotros.

El segundo es que las Instituciones también cometen errores, y muchos. Su capacidad de gestionar conocimiento solo abarca un tipo de conocimiento, el que surge de procesar datos. Cuando ponen en sus ecuaciones, datos referentes a sistemas abiertos o no parametrizables, cometen más errores que los humanos.

Es decir. Hacienda puede saber en cuestión de segundos, cuanto dinero tienen que pagar cada uno de los habitantes de Barcelona, pero ni sabe ni le importa, como se sienten estas personas por tener que pagar.

Resumiendo. Instituciones como los partidos políticos, son muy eficientes a la hora de acumular conocimientos y procesar datos, y por lo tanto, en la política que sobrepasa el ámbito local, son una herramienta indispensable para poder responder a las necesidades de una sociedad compleja. Pero estas herramientas han de estar controladas por humanos, vía unas elecciones, y sus respuestas y propuestas políticas han de ser filtradas, matizadas y adaptadas por personas; políticos capaces de sumar al conocimiento lógico-racional de la Institución, la empatía y sensibilidad propia de los humanos. La Institución no puede mandar por encima de las personas; solo complementar y ayudar.

Para evitar que los partidos, gracias a su poder y su propaganda, puedan aprovecharse del hecho de que a la mayoría de las personas no les interesa la política, en las elecciones, supralocales, solo votarán los delegados locales, es decir, las personas que los ciudadanos hayan votado para que les representen desde la Esfera Local y, como ya se ha indicado, las personas que se presenten en las listas de los partidos no serán miembros del partido.

– Esfera Local

Cuando las elecciones son para el ámbito local, la cosa cambia completamente y el sufragio ahora si que es universal y obligatorio para todo el mundo. El ámbito local es el espacio compartido por todos y por lo tanto, es responsabilidad de todos el compartir su gestión, el conocimiento de lo que ocurre y la designación de las personas que han de representar a esa localidad. No podemos encerrarnos en nuestras casas y pensar que lo que ocurre a nuestros vecinos no es nuestro problema, ni que lo que yo hago con mi casa no importa nadie, porque el problema de tu vecino es tu problema y lo que tu hagas y tu modo de vida afecta a tus vecinos.

Esto no quiere decir que ahora tengamos que convertir nuestros pueblos y barrios en comunas hippies, donde todo es de todos, y no hay privacidad. Puestos a buscar un símil, quizás lo más parecido sería las grandes cooperativas tipo Mondragón. Todos somos socios de nuestro pueblo o barrio, y ser socios implica que tenemos una participación privada, nuestro pueblo o barrio es literalmente nuestro, tenemos una inversión, nuestro entorno local es un bien que requiere cuidados e inversión para que pueda dar beneficios sociales, emocionales y económicos, y una responsabilidad en su gestión. El entorno lo cuidamos o gestionamos nosotros, o pagamos para que alguien lo haga, pero somos nosotros los responsables de nuestro espacio público; no el ayuntamiento, la comunidad o el estado, y por lo tanto, todo lo que afecta al espacio público local, han de gestionarlo sus habitantes.

Quienes les han de representar y ayudar en la gestión, serán elegidos por sus habitantes y la administración será lo más ligera y mínima posible, y basada en el concepto de democracia directa. Si algún habitante de esa zona, no quiere ser participe, o retomando la terminología de las cooperativas, no quiere ser socio, no hay ningún inconveniente, pues no se puede obligar a nadie a participar, pero en este caso, se verá obligado a asumir los costes económicos que los habitantes de la zona dictaminen que esa persona les ocasiona, porque en la Esfera Local un bien público, pertenece a los privados que lo habitan y por lo tanto, dentro del marco legislativo que defina la norma fundamental de esa sociedad, se gestiona como un bien privado.

Un ejemplo muy sencillo para que se entienda bien. En mi casa encuentro un papel en el suelo. Tengo la opción de recogerlo yo mismo y tirarlo a la papelera o, de pagar a alguien para que lo recoja y lo tire a la papelera. También puedo esperar a que el papel se vaya solito a la papelera, o quejarme al gobierno porque hay un papel en el suelo de mi piso, o esperar que alguien venga a verme y se lleve el papelito, o pensar que si el papel no me ha caído a mi y si yo no me fijo mucho, desaparecerá, o dejar de pasar por esa parte de mi casa para no ver el papel, etc.

Yo soy libre de hacer lo que quiera, pero las dos opciones más prácticas, y con esto quiero decir las lineas de actuación que resolverán antes el problema, son, o bien lo recojo yo, o bien pago a alguien para que lo haga. En general, en la privacidad de nuestras casas, todos optaremos por una de estas dos opciones.

Curiosamente, cuando pasamos del ámbito privado al espacio público, estas dos opciones son las que descartamos más rápidamente, en cambio pensamos que las más prácticas, son las otras. Si hay un papel en la calle, la inmensa mayoría de la gente no lo recoge, ni mucho menos se plantea pagar a alguien para que lo recoja. Lo que se hace es esperar a que desaparezca, o quejarse al gobierno, o confiar que otra persona se lo lleve, o no fijarse en el papel o, si hay muchos papeles, ir por otra calle.

Puesto que el espacio público de mi entorno, es también mi espacio privado, estas opciones son absurdas y las opciones más prácticas, son las que ya aplicamos, con toda lógica, en nuestras casas: o lo recogemos, o pagamos para que lo recojan. Pues lo mismo se aplica a todo el ámbito local, o participamos cooperativamente, o pagamos lo que nos digan que cuesta el no participar, porque el espacio público es el espacio privado de sus habitantes.

Volvemos entonces a los políticos y los partidos.

Tenemos por lo tanto dos claros ámbitos o esferas de gestión pública. El local, con un modelo de democracia directa y altamente participativa que desactiva gran parte del poder de los partidos y los políticos, porque la gestión pública es participada por los ciudadanos; y el ámbito o Esfera Supranacional, donde si que existen grandes partidos políticos, pero sin democracia directa ni sufragio universal, y en el que los políticos y los partidos piensan y planifican, pero no pueden participar de la gestión del gobierno.

Estructurar el funcionamiento de la sociedad, los partidos políticos y el sistema electoral en base a estas iniciativas, es muy eficiente para controlar a los partidos, pero tiene un mala contrapartida, y es que se distancia a las personas de la política y la gestión, cuando se sobrepasa el ámbito local. El ámbito supralocal queda casi en exclusiva en manos de tecnócratas por un lado y partidos políticos por el otro. Y los tecnócratas y partidos se alejan de la realidad del mundo local.

Aunque las personas elegidas en el ámbito local actúan como delegados de sus pueblos y barrios a la hora de votar a los diferentes partidos políticos, y responden por sus acciones, se produce una clara separación entre el ámbito local y el ámbito supra-local. En el ámbito local todo es muy participativo y cercano al ciudadano. Hay mucha relación entre gestión y usuarios. Pero en el ámbito supra-local hay mucha distancia y los ciudadanos no tienen un medio directo de favorecer o penalizar conductas. Además quienes conducen la política son tecnócratas o partidos nacionales, que no tienen porque tener ninguna relación con el territorio y que viven un poco incrustados en sus respectivas instituciones de gobierno.

Para evitar esto, es necesario que existan a unas personas que estén en contacto con el mundo local, conozcan sus problemas e inquietudes, pero que al mismo tiempo, actúen como correas de transmisión entre la Esfera Local y la Esfera Supralocal. Unas personas que no estén relacionadas ni condicionadas por los partidos, ni la administración, pero que puedan acudir a ellos, dialogar con ellos y actuar contra ellos. Al fin y al cabo, como indica José Vicente Mestre Chust en El Emotivismo Moral y el Diálogo Racional “los grupos no dialogan, de la misma manera que los grupos no piensan, ni se ponen enfermos, ni se enfadan. Los diálogos son siempre entre individuos ( a veces representando individuos, otras representando grupos) (…). Los grupos necesitan dialogar, pero este diálogo siempre se establece entre personas, con sus limitaciones, sus preferencias, simpatías y sus concepciones morales establecidas a través de sus sentimientos personales”. Es importante por lo tanto, el que existan unas personas preparadas para hablar con los individuos y ver los problemas y necesidades en la Esfera Local, pero que sean capaces al mismo tiempo de, en la Esfera Supralocal, trasladar este conocimiento y esas emociones a los individuos que representan las instituciones que están causando el problema o, que han de mejorar su funcionamiento y establecer un dialogo a nivel humano, no a nivel institucional, de manera que las dos esferas de la sociedad puedan girar suavemente y coordinadamente.

Estas personas, encargadas de supervisar este buen funcionamiento podrían ser los Neo-Humanistas antes mencionados. Seguiremos hablando de ellos pues constituyen el cuarto poder del sistema democrático. Un Poder Supervisor cuya misión es velar, para que las Instituciones que las personas hemos creado para ayudarnos a gestionar la vida en sociedad, no se vuelvan contra nosotros, ni asuman más importancia que las personas e intervenir cuando las Instituciones no estén funcionando de una manera justa.