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El Idiota – 1ª Parte ESP

 

Los humanos somos seres sociales y necesitamos vivir en sociedad. Vivir en sociedad, significa saber convivir, en y con, un grupo de seres de la misma especie.

Para que el grupo donde se produce este ‘vivir con’ funcione, es fundamental la existencia de alguno -o la mezcla de algunos- de los siguientes vínculos, estados o tipos de relaciones dentro del grupo:

  • Hay una relación de confianza entre los miembros del grupo. Esta confianza es muy importante, porque en un mundo primitivo sin leyes, te transmite la certeza de que, por ejemplo, no se te comerán en cuanto te despistes o, que se quedarán todo lo que tienes y te dejarán por allí tirado. Puesto que no hay ningún tipo de amenaza, imposición, manipulación, contrato o pago para que se produzca este tipo de relación, es decir, no hay ninguna ley o acuerdo que imponga el que los otros se preocupen por ti, la única manera de tener la certeza de que la relación se mantendrá, es teniendo la certeza de que los demás te quieren y te valoran. Si no crees realmente que te estiman, te será imposible tener la seguridad de que puedes olvidar tus miedos y confiar plenamente en los demás miembros del grupo, o lo que es lo mismo; irte a dormir tranquilo. Lo que mantiene la unidad dentro del grupo, es un vínculo de amor, y como este es imposible de determinar a priori, la relación es muy poco racional y muy cerrada. Por la misma razón, la relación con los otros grupos, es complicada y requiere de su tiempo.

 

  • Hay una relación de poder, que determina todas las posiciones dentro del grupo. En función del poder y la fuerza que se tiene para consolidar la propia posición, o en función de las habilidades que cada uno tiene, se distribuyen las personas de una manera jerárquica. La vida fuera del grupo, debe ser entendida como un estado imposible, para que incluso el más ‘desgraciado’ dentro del grupo, se sienta un privilegiado, pues al menos, todavía está dentro del grupo. Paralelamente, cualquier otro grupo es considerado un enemigo y fuente de recursos, o como mucho, un aliado temporal, en la lucha contra otro enemigo. Lo que mantiene la unidad es el interés por pertenecer al grupo, y el miedo a caer en manos de un grupo enemigo. La servidumbre jerárquica es aceptada, porque ofrece a todos la posibilidad de disponer de la servidumbre de otras personas que están en un nivel más bajo. Los que están en el nivel más bajo no tienen servidores, simplemente porque no han conquistado a nadie a quien colocar como a sus servidores, o porque no han conseguido escalar por encima de otros. Pero la promesa de obtener en un futuro, la servitud de otros, se considera como una buena solución para mantener el grupo activo, fuerte y funcional.

 

  • Las relaciones simbióticas entre los diversos componentes del grupo, proporcionan una calidad de vida mejor a quienes pertenecen al grupo que la que un solo individuo lograría. Hay un reparto de tareas y funciones, de manera que todo el mundo se sienta necesario para el bien del grupo y todos reciban un beneficio. La solidez del grupo se fundamenta en el hecho de que cada uno es importante, y cada uno sabe que los demás son importantes para él. Lo que mantiene la unidad, es una relación determinada por el beneficio. El bienestar y buen funcionamiento del grupo, proporcionan más beneficios que el ir por solitario, y la relación con otros grupos, es de mero interés y aplica las mismas reglas. El poder obtener un mayor bienestar o beneficio, es lo que determinará la intensidad de la relación con los demás, y en general, siempre es más positivo crecer con otros grupos, que quedar convertido en un grupo pequeño.

Estos tres tipos de grupos y relaciones, están expuestos, digamos, de una manera ‘pura’ y simplificada. De hecho, es prácticamente imposible encontrarlos así. En general, lo que nos encontramos, es que en mayor o menor medida, los tipos de relaciones y personalidades de cada grupo están mezclados. Por lo tanto, en todo grupo, podemos encontrar relaciones de poder, de amor, o de beneficio, y en la relación con otros grupos, siempre hay suspicacia, interés, lucha, miedo, amistad, etc. Pero sea cual sea el estado que predomina, o la mezcla concreta de estos tres estados, cuando se producen, tenemos la garantía de que, en principio, estaremos ante un grupo autónomo, en el que el ‘vivir con’, funciona mejor, o aporta más ventajas que él vivir solo.

Altruismo

Nos falta introducir otro factor esencial, que nos ayuda a distinguir un grupo operativo, cuando éste es una mera agrupación ocasional y circunstancial, y por lo tanto sin conciencia de grupo como algo positivo, de un grupo en el que sus elementos tienen conciencia de su pertenencia a una entidad de nivel superior. Este factor es el altruismo. Independientemente de cuál de los estados predomine, en un grupo debe haber un componente altruista1. El altruismo es además, la muestra objetiva de que un agente del grupo tiene conciencia de su propia identidad, de su capacidad de acción dentro del grupo y de cómo las acciones que emprende pueden afectar al grupo. Es decir, el agente se ve a sí mismo, pero ve también que hay un grupo. La persona que adopta un comportamiento altruista, nos muestra que es capaz de hacer una proyección de futuro, en la que se incluye a el y a otro/s miembro/s del grupo, y condicionar su comportamiento, a las necesidades de otros, que él / ella siente como parte del grupo en que se reconoce.

Comunicación

El altruismo sin embargo, es un factor que necesita de la comunicación. Si no se transmite información, es imposible conocer las necesidades de los demás. Ni es posible saber cómo las propias acciones han afectado a los demás, y por tanto, poder aprender de este feedback, y ser capaz de, con el conocimiento obtenido, hacer predicciones de futuro. Para planificar en función de unas posibles consecuencias o reacciones de los otros miembros del grupo, ha de producirse una transmisión de información, vía unos símbolos y unos significados, entre los integrantes del grupo y ha de existir la capacidad de codificar / decodificar estos símbolos, para tomar las decisiones con una mínima base.

Para que se produzca una comunicación que permita codificar y decodificar símbolos, es necesario que exista una cultura común, de modo que el significado que yo le doy a un símbolo, el receptor lo entienda y decodifique igual, y no lo vea como algo extraño o ajeno a el. Esta cultura común es lo que J. Bruner llama, un Pacto Canónico. «Los seres humanos, al interactuar entre si, crean un sentido de lo canónico y lo ordinario, que se constituye en un telón de fondo sobre el que poder interpretar y narrar el significado de lo inusual, de aquello que se desvía de los estados <normales> en la condición humana2«. Es decir, las personas establecemos, o tenemos, una especie de acuerdo no formalizado entre los componentes de nuestro grupo, que define el sustrato conceptual común a todos. Este sustrato común nos permite dar significado a los comportamientos y a la comunicación, y permite también explicar o justificar las excepciones, y resolver los conflictos.

Las Personas, este pacto, lo creamos, le damos forma y solidez, y lo vamos reajustando y actualizando, vía la dinámica de los relatos o los discursos; explicándonos historias.

 Copyright © 2010 Arizona Board of RegentsCuéntame que eres

Etimológicamente história deriva del griego ἱστορία, traducible por investigar e información, pero también por relato o cuento e incluso juicio. Si retrocedemos más y fantaseamos un poco con la raiz pre-indoeuropea, podremos traducirlo por ‘saber ver’. Así que, rejuntando este material etimológico, historia es el la capacidad de transmitir en forma de relato, la información y el conocimiento que una persona ha obtenido al saber mirar en el pasado.

Cuando no existía, ni conceptualmente podía existir, el método científico que permite hacer una proyección futura basada en el conocimiento obtenido de la observación del presente, la única cultura proyección de futuro que se podía realizar, era la que surgia del conocimiento obtenido de observar el pasado y transmitir este conocimiento vía un relato.

En cierto modo, desde nuestros inicios, los humanos nos inventamos la historia de quiénes somos. Nos inventamos la respuesta a la mayoría de los porqués, que nos preocupan, explicandonos cuentos los unos a los otros en función de lo que aprendemos al mirar el pasado, que no implica que eso fuese necesariamente lo que ocurriese. La sociedad de discurso lógico y el método científico han aportado unas herramientas que nos han permitido desligar la ciencia natural del conocimiento obtenido por los relatos, pero para casi todos los otros conocimientos, nuestra cultura la seguimos construyendo explicándonos historias.

Cuando ya tenemos este entramado base solidificado y funcional, que quiere decir, que ya tenemos una cultura funcional con unas normas, tradiciones, ideas y conceptos bien estipulados, que todo el mundo entiende por igual, y que, por lo tanto, nos permite prever cómo se comportarán las personas en las situaciones habituales, también tenemos que crear y disponer de una serie de procedimientos dinámicos, que permitan que las desviaciones de estas normas, tengan significado y puedan integrarse en los modelos de creencias pre-establecidos. No podemos prever lo que puede pasar, pero si que hemos de prever, que lo que pueda pasar, en la medida de lo posible, no haga saltar por los aires nuestra cultura, si lo que ocurre se desvía un poco de lo que ya conocemos. J. Bruner dice «La viabilidad de una cultura radica en su capacidad para resolver conflictos, para explicar las diferencias y renegociar los significados comunitarios. Los significados negociados que según los antropólogos sociales y los críticos culturales son esenciales para la conducta de una cultura, son posibles gracias al aparato narrativo de que disponemos para hacer frente simultáneamente a la canonicidad y la excepcionalidad. La psicología popular recurre a la narración y la interpretación narrativa para lograr este tipo de significados. Los relatos alcanzan su significado explicando las desviaciones de lo habitual de forma comprensible, proporcionando la <lógica imposible> a las personas3«.

© Joanie SimonLos relatos que nos hacemos y el acuerdo canónico que damos todos por asumido, nos garantizan, como dice J. Bruner, la viabilidad de nuestra sociedad. Pero además tienen otra consecuencia muy importante, pues estos relatos, y la cultura que conforman, son también, parte de las fuerzas que modelan la mentalidad de las personas de una cultura. Los relatos nos justifican y dan sentido, y al mismo tiempo, modelan nuestro cerebro y la forma de pensar. No somos elementos exógenos a la cultura que podemos ir cambiando de cultura como si cambiáramos de traje. Para seguir con la metáfora nos hacemos un traje a medida para poder vivir mejor, pero el vestido resulta que es un molde que nos cambia también a nosotros. Van der Veer y Valsiner lo exponen así «la gente no sólo posee herramientas mentales, ellos son también poseídos por ellas. Los medios culturales –el habla en particular- no son externos a nuestras mentes, sino que crecen dentro de ellas, de ese modo creando una ‘segunda naturaleza4«. Y Nicholas Carr comenta: «Hace tiempo que se sabe que la cultura en que se cria una persona influye en el contenido y el caracter de la memoria de esa persona. Las personas nacidas en sociedades que celebran los logros individuales, como los USA, tienden por ejemplo a ser capaces de recordar acontecimientos de sus vidas más tempranos que los miembros de sociedades que valoran mas los logros colectivos como la coreana».

Resumiendo.

El ser humano vive en sociedades construidas conceptualmente sobre unos relatos, que forman, y surgen, de un Acuerdo Canónico. Este acuerdo es siempre consecuencia del pasado, no puede haber acuerdo en los elementos del presente, ni mucho menos sobre los elementos del futuro. El acuerdo siempre se sustenta y protocoliza sobre lo que ya ha sucedido. Incluso, cuando entran en el juego, elementos escatológicos como pueden ser algunas religiones, estos elementos y conceptos hacen referencia al pasado, a un pasado glorioso, a un paraíso al que volver o, a la vuelta de algún Mesías que lo pondrá todo como tenía que estar desde el principio. Por lo tanto, la evolución del Pacto Canónico se hace re-inventando la memoria del pasado.

A través de los relatos y los vínculos que establece la comunicación, los hombres preparan su pasado para que sea su presente. Esta dialéctica que da cuerpo a su cultura, también los conforma y define, pues el hombre no finaliza en el límite de su piel, sino que se extiende a toda su Cultura Exterior, porlo tanto, los relatos y la cultura también son parte de la Persona.

El pasado de Europa

Los Europeos, como toda sociedad, creamos nuestra cultura, observando nuestro pasado. Y al hacerlo, al buscar unos valores que nos identifiquen, nos diferenciamos no sólo culturalmente, sino incluso en la forma de pensar y ser de las personas de otros lugares. Si nuestra cultura dejamos de crearla con la carga de nuestro pasado, y la creamos utilizando la memoria de otras culturas, por ejemplo, los USA, estamos dejando de ser Europeos para convertirnos, literalmente, en una cosa, que no tendrá coherencia entre su memoria y su historia.

Debido a nuestras lamentables y penosas circunstancias históricas, es decir, nos hemos matado, más, mejor, y durante más tiempo que nadie, los Europeos como conjunto, hemos desarrollado unos valores y maneras de vivir en sociedad que considero que son positivos: diversidad, tolerancia, anti-belicismo, estado bienestar, secularismo, nacionalismo debil, gastronomia, calidad de vida, etc. Estos valores y manera de vivir no son parte del pasado nacional de ningún Estado Europeo. La Cultura que hemos de observar mirando al pasado es la del conjunto de Europa, pues en esta cultura es donde podemos ver los relatos de todos los países y no solo el discurso de los héroes nacionales propios de cada uno. Juntando los relatos de todos, podemos empezar a construir una memoria mejor para las futuras generaciones.

La memoria y la historia del hombre.

    LPLT / Wikimedia CommonsPierre Nora5, indica -a grandes rasgos- que, al poner la mirada en el pasado, podemos distinguir dos niveles de percepción.

  1.  Uno es la historia, entendida como detección y estudio del impacto o presencia del hombre, por activa o por pasiva, en el entorno (cultura material, escrita, oral, paisaje, fechas, cosmogonías, cultura de los sentidos : olores, colores, música, memoria, etc). Son hechos que existen independientemente de nuestra mirada.

 

  1. El otro es la percepción de este impacto en la mentalidad del hombre. Es la memoria de la historia (hipótesis, interpretaciones, valores, mitos, etc) que automáticamente, y dentro de los límites del Pacto Canónico del momento, hacemos siempre al observar la historia. Esta memoria, una vez creada, se des-actualiza y se convierte en otro elemento objetivo de la historia. Por ejemplo, lo que yo pienso del gótico es una memoria, pero lo que Marsilio Ficcino pensaba es historia. Cuando yo deje un registro de mi memoria, ésta pasará a ser historia… o más bien, a perderse en la historia.

Una sociedad humana, cualquiera y en cualquier punto de su evolución, es el resultado de una historia y un acuerdo, o imposición, de una memoria de la historia. Memoria que necesariamente tendrá un formato o estilo acorde con el Pacto Canónico que haya en esa sociedad, y que por lo tanto, en general será incompatible con otras memorias. No es que las memorias sean diferentes, es que puede ser que simplemente no tengan el mismo formato. Por ejemplo la memoria de un egipcio del s X aC, la de un chaman Apache del XVII o la de un chico de Texas del s. XXI son fruto de un Pacto Canonico tan diferente, que no podemos compararlas y quizás, ni entenderlas. Y lo mismo se aplica a culturas diferentes del presente. Un ejemplo típico: Un Talibán suicida, una miembro del Tea Party de Indiana y un joven mimbro de los Indignados de Barcelona.

Sigamos. Desde esta memoria, que en aquel momento y localización llamamos cultura y que forma parte o es la totalidad de la Cultura Exterior de aquellas personas, esta sociedad y sus individuos trabajan para construir el pasado de sus hijos. La frase ‘hay que trabajar por el futuro de los hijos‘ podríamos rehacerla para que sea más precisa diciendo: ‘hay que trabajar por el pasado de los hijos‘.

En consecuencia, al aproximarnos a cualquier persona, separada de nosotros en el espacio o el tiempo, la interpretación de la historia debe ir acompañada de una comprensión del Pacto Canónico de aquel lugar y momento, que permita dibujar y contextualizar las culturas (memorias) que están activas y la dirección e intensidad en que trabajaban para la modificación o consolidación de su memoria del pasado, con el objetivo de crear la cultura de las próximas generaciones. No hay por tanto persona en la historia sin cultura que la defina, cultura sin Instituciones, y Institución sin memoria que la justifique.

El Humanista
El humanista quiere estudiar e interpretar, a los hombres y sus creaciones en sociedad. Pero estos hombres y sus obras, están definidos por culturas diferentes, que por propia definición del pasado o la distancia, nunca conocerá completamente. Como ya he comentado anteriormente, y los trabajos de Lev Vigotsky con su teoría protohistórica y la de otros investigadores hace tiempo que han mostrado6, gran parte de la Cultura Interior y Exterior se origina en la vida social, es decir, en la participación y formación del sujeto, en actividades compartidas con otros, o como indica Rivière7 «el sujeto…no es un reflejo pasivo del medio ni un espíritu previo al contacto con las cosas y las personas. Por el contrario, es un resultado de la relación. Y la conciencia no es, por así decirlo, un manantial originante de los signos, sino que es un resultado de los propios signos«.

Esto pone al humanista en la difícil tarea de interpretar la actuación y psique de los agentes, desde su propio conocimiento y psique, sabiendo que será necesariamente in-completo. Además, le situá en la aparente contradicción de que, cuanto más amplio sea el foco que aplique en el entorno del objeto de estudio o atención, es decir, más se fije en su cultura y entorno, más detalle perderá de la persona y sus micro-historias, pero mejor comprensión obtendrá del porqué hace las cosas ya que es justamente este entorno y su Cultura Exterior lo que habrán marcado la psique y manera de hacer de esa persona. Norbert Elias comenta el respecto8. «La forma individual de percepción que un ser humano desarrolla durante su crecimiento, no viene predeterminada definitivamente por su constitución, por la naturaleza heredada por el recien nacido. Aquello que surge de la constitución particular del recien nacido depende de la estructura de la sociedad en que este crece. Así por ejemplo, de acuerdo con las diferencias estructurales del entramado humano de Occidente, en un niño del s. XII tenia que desarrollarse forzosamente una estructura de la consciencia y de los instintos, y con esto una individualidad, distinta a las que puede desarrollarse en un niño del s. XX.»

    HyperElias©WorldCatalogueNo tiene por lo tanto mucho sentido, al estudiar hechos y personajes aislados, y descontextualizados, más allá del interés por la taxología o por las patologías individuales, pues la Cultura Exterior de cualquier ser, es en gran medida, la época y circunstancias en las que crece, es decir, la cultura que la sociedad le prepara y con que lo envuelve. Y esta cultura, es fruto del relato que la interacción de los seres crea, más las dinámicas institucionales que soporta, más su contexto y las estructuras que en ella se están generando. «La forma individual del adulto» dice Norbert Elias9 «es una forma específica de su sociedad. (…) pues se ha desarrollado en un continuo ir y venir de relaciones con otras personas.(…) Los propios brotes de individualización del Renacimiento, no son consecuencia de una repentina mutación en el interior de unos seres humanos singulares, ni de una generación accidental de muchas personas muy dotadas, sino que son fenómenos sociales, conseqüència de un quebrantamiento de agrupaciones anteriores (…) consecuencia de un cambio específico de la estructura de las relaciones humanas. »

Realizar un correcto análisis actual, o histórico, de las personas no sólo implica estudiar el impacto o presencia del hombre en el entorno, se debe estudiar además cómo se ven o se veían, y sobre todo, cómo se quieren ver, las personas en ese momento, en esa cultura, y eso se hará inevitablemente desde nuestro Acuerdo Canónico, es decir, desde la propia percepción subjetiva de cómo nos vemos, y cómo nos queremos ver nosotros, ahora, en el momento presente.

El idiota -2 º Parte todavía está en preparación

1 En el modelo mente-enjambre no hay altruismo pues todo son partes de una estructura, no es un grupo sino un organismo.

2 p.82 Jerome Bruner. Actos de Significado. Ed. Alianza Editorial

3 p.64 Jerome Bruner. Actos de Significado. Ed. Alianza Editorial

4 p.225 Van der Veer y Valsiner 1991:225

5 Para Pierre Norá, la memoria era lo contrario que la historia, una reconstrucción del pasado con fines instrumentales o políticos. De esta manera se separaba de la historia que hecha de forma independiente del poder tiene una perspectiva más distanciada. El lugar de memoria es el taller donde se construye el pasado con el fin de mistificar-lo para usos políticos. p.41 La historia después de la historia «Joan Fuster Sobrepere» Edi UOC.

6 Más referencias modernas serían Wertsch, 1988, 1993; Yaroshevsky, 1989; Rivière, 1988; Blanck, 1993

7 Pag. 41-42. Rivière, A 1988 La psicologia de Vigotsky. Madrid Visor

8 P.39 Norbert Elias. La Sociedad de los individuos. Edi. Peninsula. Barcelona

9 p.43 Norbert Elias. La Sociedad de los individuos. Edi. Peninsula. Barcelona