Skip to content

Más sobre urbanismo – ESP

Urbanismo, Población, Entorno, Autosostenible, Acción, Responsable

Dice el tópico que, como especie animal que somos, el entorno perfecto donde crecer y crear una cultura, es una naturaleza amable y generosa, que nos proporcione alimento y refugio, donde podamos vivir en grupo y que ella misma se encargue de regenerar los recursos y hacer desaparecer los residuos.

imagen de ArnoldReinhold	 La naturaleza virgen, protectora y suministradora (por algo la llamamos madre naturaleza) y el vivir en una pequeña comunidad, están en nuestra esencia. Pero también forma parte de nuestra esencia, el desarrollar una cultura que no necesita imperiosamente de la naturaleza. La cultura es una construcción exógena a la naturaleza, que emerge de los humanos que se comunican. Aunque sea un solo humano viviendo aislado, si crea cultura, es porque se comunica con el mismo o con un ente imaginado, si no hay comunicación, si no hay relato, no hay cultura.

Para mantener esta estructura emergente que es la cultura, desde un punto de vista meramente técnico o racional, es necesario un suministro extra de energía. Este plus de energía que se requiere para crear ‘una cultura’, sitúa las necesidades de recursos que los humanos han de extraer de la naturaleza, por encima de lo que, como meros organismos biológicos, necesitan. Si un ser humano para sobrevivir necesita X energía, para sobrevivir y mantener una cultura necesitará X+Y energía. No hay mucho misterio en esto. Todo tiene un precio y la cultura, la que sea, intensifica el ritmo de extracción de los recursos del entorno.

imagen de Baku87Cuanto más compleja y amplia sea una cultura, más recursos necesitará, y más atención se deberá poner, en como optimizar estos recursos y en como reducir el impacto que este drenaje de recursos tiene en el entorno. A la inversa, cuanto más simple y reducida sea una cultura, y por lo tanto, más cercana al comportamiento animal y al pequeño grupo, menos recursos necesitará del entorno, y menos impacto tendrá en la naturaleza.

No podemos pretender vivir en un planeta de fantasía, donde la huella de los humanos en la naturaleza sea cero. Esto es imposible. Nosotros desarrollamos una cultura que no existe en la naturaleza, sino que es creada por los humanos. Esta cultura nos permite mantener cohesionado el grupo y aprovechar más los recursos de la naturaleza, escapando en cierta forma a las normas de la naturaleza.

Por ejemplo: Un grupo de cebras pueden vivir y aumentar en función de los recursos que la naturaleza le ofrezca. Tanta hierba tienes y tanta agua tienes, pues tantas cebras pueden vivir allí. Si se reduce la hierba o el agua. Pues se reduce el número de cebras, es decir, se mueren, o se van a otro sitio. Es una manera sencilla y directa de mantener un cierto equilibrio entre recursos disponibles y consumidores de recursos.

John Gast, American Progress, circa 1872.Sobrevivir a la Naturaleza

Con los seres humanos, visiones Malthusianas aparte, no ocurre lo mismo. La teórica dice: tantos recursos hay, tantas personas pueden vivir allí. Pero si se reducen los recursos, los humanos, en vez de morirse o marcharse, como harían las cebras, optan primero por cuestionar a la madre naturaleza. «¿Realmente nos has dado todo lo que podías darnos?«. Y puesto que dudan de ella, y la cuestionan, se ponen a buscar que recursos y posibilidades les esconde la Madre Naturaleza. Y así, en lugar de morirse o marcharse, que es lo que haría cualquier animal respetuoso con la Madre Naturaleza, se ponen a labrar la tierra para sacarle los frutos que no ha querido darles, y se ponen a hacer pozos para sacar el agua que les esconde, y cuando han conseguido comida y agua, vuelven a crecer en número. Hasta que otra vez llegan al límite y la Madre Naturaleza les vuelve a decir: «la tierra ya no da para tanta gente y los pozos no suministran suficiente agua. Por favor, moriros unos pocos o largaos a otro lugar«. Pero los humanos, que ya se han embriagado con su poder, vuelven a dudar de la Madre Naturaleza y vuelven a cuestionarla. No se van, no se mueren y, se ponen a utilizar fertilizantes para mejorar las cosechas y a construir conductos de agua, para traer el agua desde más lejos. Y vuelta a crecer y a drenar con más intensidad los recursos de la naturaleza… y a perderle cada vez más el respeto a la Madre Naturaleza.

imagen de The Yorck Project: 10.000 Meisterwerke der Malerei.La razón de que nosotros podamos actuar así, es que hemos conseguido crear una cultura, que no sólo nos cohesiona, sino que además nos permite compartir y transmitir los conocimientos adquiridos. Básicamente somos capaces de establecer una comunicación, codificar unos símbolos, transmitirlos, que un receptor los decodifique y muy importante, alterar la conducta del receptor, porque ha adquirido unos nuevos conocimientos.

La comunicación es lo que nos ayuda a establecer entre todos los seres humanos de un grupo, un mínimo acuerdo de compromiso social, un pacto canónico de funcionamiento que mantiene cohesionado el grupo y le permite construir su cultura. Y si somos capaces de crear y mantener cohesionado un grupo, y aumentar sus conocimientos, es posible que este crezca y en consecuencia, necesite más recursos de los que la naturaleza en ese lugar, espontáneamente y en equilibrio, hasta ese momento le está proporcionando. El grupo se ve forzado a intentar alterar el entorno a romper el equilibrio, para extraer más recursos. Si lo consigue se facilitará que el grupo siga creciendo y que su impacto en el entorno sea aún más fuerte.

Destruyendo el entorno

Por lo tanto, los humanos, incluso bien integrados en la naturaleza, por el simple hecho de existir y prosperar, alteramos mucho el ecosistema. Pero además, ahora en el siglo XXI, no sólo queremos sobrevivir, queremos vivir con comodidad. Por el mero hecho de vivir ya causamos un estropicio en la naturaleza, pero para vivir cómodamente, nuestro radio de actuación y de extracción de recursos ha de aumentar y, por lo tanto, nos convertimos en una plaga. Hemos de hacer carreteras, talar árboles, destruir plantas, edificar casas, fabricas, escuelas, etc, etc, etc. Y por mucho que nos duela, hay que hacer todo esto porque los humanos ya no podemos, o queremos, vivir como animales, corriendo desnudos por los bosques y prados, y comiendo lo que nos dé la madre naturaleza. La cultura que hemos creado ha generado unas necesidades y, ahora, queremos desplazarnos con algún tipo de vehículo, queremos vivir en casas con calefacción y aire acondicionado, tener neveras llenas de comida, y electrodomésticos para todo. Queremos ver series de TV y películas, vestir a nuestro estilo, comprar cosas necesarias e innecesarias, escuchar música, leer, hacer deporte o jugar a video-juegos. No podemos, ni en general queremos, volver atrás.

La actitud de algunas personas que quieren volver al campo y adoptar un estilo de vida que no afecte al ecosistema de su entorno, son muy respetables, incluso elogiables, pero inviables para la mayoría de la población. Nos hemos acostumbrado demasiado bien. Esto no quita que, aunque sea por nuestro propio interés, reconozcamos que nos hemos convertido en una plaga, y que el impacto destructivo de los humanos en el planeta tierra, y en concreto en Europa, se ha de invertir urgentemente.

Por ahora la única herramienta factible para conseguir esta inversión, es la misma que ha provocado la plaga; la Cultura.

Hemos de ir creando una cultura que nos permita tener un grado de confort parecido al actual, pero reduciendo nuestro impacto. La opción de que empecemos a de-crecer, como sueñan algunos idealistas, no me parece factible. Nuestra cultura, basada en el crecimiento, y sus dinámicas socio-históricas nos impedirían abordar un cambio tan radical. No podemos saltar de la salvaje y agresiva cultura del crecimiento, en la que nuestro motor está situado con la marcha directa, a una del de-crecimiento, que sería como meter la marcha atrás. Hariamos saltar el motor y nos estrellariamos.

Crecer Mejor

El primer pasó es simplemente aprender a crecer mejor, y esto significa aprender a crecer utilizando menos recursos. Si mi coche consume 10 litros de gasolina para hacer 100 Km. La solución no es tirar el coche y utilizar un carro, o meter 20 personas en cada coche. La solución es construir un motor que me permita hacer la misma distancia con tan solo 1 litro de gasolina, y luego hacer un motor que me permita hacer la misma distancia, o más, pero utilizando un combustible más limpio y así, ir reduciendo el impacto que el desplazarme sin hacer ejercicio ni pasar frío, tienen para el planeta. Y lo mismo se aplica a las casas, las empresas, la tecnología, la alimentación, la calefacción, etc. NO decrecer, sino crecer mejor, para llegar a un provisional punto de estabilidad y a partir de allí, si que es posible el plantearse un decrecimiento.

Con todo esto presente, volvamos al tema del urbanismo y a la reducción del impacto que nuestra actividad ha de ocasionar a nuestro entorno. Cuando nos planteamos en Europa como podemos reducir la destrucción que estamos ocasionando en nuestro entorno, hay dos aspectos en los que debemos incidir:

Primero.

La persona ha de estar implicada en el entorno donde vive, porque también es su casa y porque también es parte de su Cultura. Las personas han de ser las responsables de decidir si en su entorno se puede seguir creciendo, y han de controlar que el crecimiento en su entorno sea armónico y sostenible.

La vivienda de Las Personas no es sólo lo que viene delimitado por las paredes de la casa, sino todo el entorno de la casa, pues nuestra Cultura Exterior se extiende más allá de los límites de nuestro cuerpo. Cada individuo debe implicarse en conseguir que su entorno sea bello, agradable, funcional y vinculado a las personas que conviven en el mismo entorno, pues comparte Cultura Exterior con ellos. Es decir, son parte de uno mismo. Por lo tanto, la afectación al entorno, tiene que venir condicionada por el conocimiento del otro con quien compartimos entorno, por la acción participativa en nuestra actuación y por el sentido de la proporción y la medida que el reconocimiento de las diferencias nos da. Vivir en un entorno es, actuar en ese entorno para mejorarlo o evitar que se degrade. No se puede adoptar una actitud pasiva, porque el mero hecho de vivir en una cultura, agota y degrada el entorno rápidamente. Si no participamos activamente en el cuidado del entorno, este se degrada. Si se degrada el entorno, se degrada nuestra Cultura Exterior que es como decir que nos degradamos.

De todos modos, no se puede imponer un estado policial que obligue a las personas a cuidar su entorno, mantener las calles limpias, reciclar, implicarse en la solución de los problemas de convivencia o estructurales, etc, etc. Mucha gente quizás no tiene ningún interés en implicarse en su entorno, o quizá no tiene tiempo para dedicarse a esto, o simplemente tiene otras prioridades en ese momento. Pero puesto que el mantener un entorno sano, cuidado, sostenible y seguro es imprescindibles para obtener una convivencia de calidad, pues si tu no participas en el cuidado de mi entorno, estás permitiendo que se degrade parte de la Cultura Exterior que compartes con otras Personas, el que no participa personalmente, debe pagar para que otros lo hagan por el. Si alguien no tiene interés en participar en la mejora y sostenibilidad de su entorno, no hay ningún problema, simplemente tiene que pagar. Y quien decide lo que se ha de pagar, son sus vecinos, las personas con las que comparte el entorno y que forman parte del ámbito más cercano de su Cultura Exterior.

Poniéndolo en forma de eslogan:

Si a alguien no le da la gana de reciclar, pues que no recicle. No se puede obligar a nadie a poner cada basura, en su bolsa de color, si lo que quiere es meterlo todo en una sola bolsa. Es libre de hacer lo que quiera. Siempre y cuando asuma el coste que su actitud tiene para sus vecinos y el precio que marquen sus vecinos.

La administración local tiene por tanto la función de establecer unos impuestos, o tasas, por los servicios que las personas implicadas no quieren/pueden hacer, según propongan los propios vecinos y, gestionar la contratación de quienes asuman esas tareas. Esta función de la administración local debe funcionar en ambos sentidos. Cobrar a los habitantes del lugar si no quieren participar y, eliminar impuestos a los ciudadanos que prefieren participar con su trabajo voluntario, en lugar de pagar impuestos.

La administración local actuá en representación de sus ciudadanos, para suplir lo que las personas no pueden/quieran hacer y, por lo tanto, su tamaño viene determinado por este hecho. Además, la administración, debe actuar en función de cada Persona y, ello implica actuar con un conocimiento racional y emocional y un sentido de la proporcionalidad, que sólo se puede conseguir trabajando desde la proximidad. No hay varas de medir universales, excepto para los derechos humanos.

Por último, no podemos tener en lugares muy localizados, volúmenes tan grandes de población como algunas ciudades actuales, que hagan imposible la privatización del espacio público, y dejen el entorno en manos del ‘Control Difuso’. La administración debe ser una extensión de la gestión de los ciudadanos y por lo tanto, puesto que emana de ellos y no del estado, los debe conocer. Lo cual implica unos volúmenes máximos de población para los núcleos urbanos. En Europa hemos de empezar a reducir la población de las grandes ciudades tipo Mánchester, Madrid, Berlín, Barcelona o Milán para reforzar el estilo de ciudades como Zurich, Helsinki, San Sebastián o Girona. París y Londres son dos casos aparte que por su enorme tamaño ya son imposibles de modificar.

Segundo.

La persona, no la administración, como agente que controla y reduce su impacto en el entorno.

Todo entorno donde vivimos es un espacio físico, con una serie de recursos disponibles, una capacidad X de regenerarse y una capacidad Z para gestionar sus residuos. Los recursos se agotan con su uso y requieren de energía para renovarse o buscarse más lejos, las infraestructuras requieren de energía para ser sostenidas y espacio para ser ampliadas y la regeneración o eliminación de los residuos necesita flujos de energía y espacio. Todo crecimiento por lo tanto, requiere un continuo aumento del consumo energético y un continuo incremento del espacio utilizado. El espacio de que disponemos en Europa es finito y los recursos disponibles son limitados, no podemos permitirnos el lujo de planificar el entorno, en función de un crecimiento sostenido de población y de consumo de recursos. Cuantas más personas somos, más agotamos el entorno y por tanto, más obligación tenemos de invertir tiempo y dinero en mantenerlo, e invertir tiempo y/o dinero en este tema, implica no poder invertir el tiempo y dinero en otros aspectos que quizás nos satisfacen más, o que también consideramos necesarios

El volumen de población ha de decrecer, para que podamos crecer mejor, pues la sobre-población es un problema que afecta directamente a la libertad de las personas, porque limita lo que puede y cómo puede hacerlo. Por lo tanto, las familias con más de tres hijos deben ser consideradas una carga para la sociedad y, como tal, estas familias deben compensar al resto de ciudadanos, el gasto que para la sociedad ellos representan. No se pretende, prohibir el tener más de tres hijos, sino que el hecho de tener más de tres hijos es un lujo y, por tanto, quien quiera disfrutarlo tiene que pagar más que el resto de población.

En la misma línea, la dependencia energética Europea debe desaparecer, y eso implica reducir el consumo global. Pero no podemos volver a la edad de piedra, y por lo tanto, la necesidad de energía sigue siendo una necesidad básica, a la que no podemos renunciar. La solución radica en mantener las actuales políticas de ahorro y optimización, reducir la población y sobre todo, en convertir las viviendas en unidades generadoras de energía para que sean auto sostenibles. Por ejemplo, la administración, en lugar de favorecer la creación de grandes parques eólicos o centrales fotovoltaicas, tendría que invertir en la conversión de las casas, en pequeñas centrales energéticas.

La forma de generar energía dependerá de cada entorno, pero la estructura básica que puede funcionar en la mayoría de lugares es:

Casas que almacenan Energía.

El primer paso es convertir la azotea de la casa en un depósito de agua.

Luegp se practica un pozo u otro depósito para el agua, a nivel del suelo y se conecta este depósito con el depósito superior con una entrada y una salida de aquas. De esta manera tenemos un circuito con dos reservas de agua, en dos niveles diferentes que puede funcionar como una pequeña central hidroelectrica.

Durante el día, la energía solar o eólica, se utiliza para subir agua del depósito de tierra al depósito del techo. Por la noche, o cuando se requiere electricidad y las placas solares o la energía eólica no la puedan suministrar, el depósito o piscina de la azotea, evacua el agua por un canal, que alimenta una pequeña central hidráulica, que genera electricidad.

El agua de estos dos depósitos es agua de lluvia o freática, así que no implica un exceso de consumo de agua y sirve también de aislante o refrigerante. Su función básica es ser utilizado como batería; es una reserva energética para ser utilizada por ejemplo por la noche o, cuando no hay otras fuentes de energía. Si las otras energías renovables ya proporcionan energía suficiente, no es necesario consumir esta reserva energética

La tecnología para este tipo de instalaciones ya está disponible desde hace tiempo y, por ello, este es el sistema que considero más factible. Pero lo idóneo, es que cada entorno decida cuál es el mecanismo de generación de energía que le es más apropiado. Es el entorno y su población quien determina, y la administración quien proporciona soporte técnico y asesoría.

Y como siempre, no se puede obligar a nadie a adaptar su casa, pero el que no lo haga, que pague impuestos en correspondencia al lujo de no hacerlo.

Conclusión.
Somos seres sociales y hemos creado una cultura que nos define y que cada vez es más rica y compleja. Pero esta cultura, requiere de un suministro extra de energia que, podriamos decir, no estaba previsto en el planning original de la naturaleza. Cuanta más gente participe de esta cultura y más compleja sea, más energía necesitará. Por lo tanto, hemos de ser conscientes de que nuestra necesidad de extraer recursos, excede la capacidad que por defecto y en situación de equilibrio, la naturaleza puede darnos. Sacamos más de lo que aportamos y este deficit ha de pararse y mantenerse bajo control, si no queremos agotar todos los recursos.

Este control de la actividad humana no puede dejarse únicamente en manos de la administración del Estado, pues sus organismos no pueden adaptarse a las diferencias y peculiaridades de todas las personas y los entornos donde viven. La planificación urbana de cualquier lugar en Europa, debe tener en consideración que son los habitantes de cada lugar, quienes deciden qué y cómo se construye en su entorno, y qué y cómo, delegan en su administración local, pues su entorno es parte de su Cultura Exterior y cualquier intervención, les afecta.

 A nivel global, la administración ha de procurar que las ciudades tengan un volumen de población que permita que sus habitantes puedan comunicarse y mantener una subcultura que les facilite el privatizar y asumir el control y la responsabilidad sobre el espacio público. El siguiente objetivo es que el volumen de población y de recursos que se utilizan decrezca y, que las viviendas sean autosostenibles.

Ciudades y pueblos a escala humana, donde las personas puedan comunicarse y crear, bien integrados en su entorno, autosostenibles y en los que los ciudadanos sean activos y responsables de su mantenimiento, sería el objetivo ideal.