El Universo, la Luna, el Sol y el Cielo de la época medieval son prácticamente idénticos a los que podemos observar ahora. Un roble de la Edad Media es idéntico a un roble actual, y un perro del s XII puede ser idéntico a un perro actual; al igual que una sardina o una golondrina. Y el mar medieval es casi igual que el mar actual, y la geología es básicamente la misma, y el clima también.
Nada ha cambiado de forma notoria en eso que podríamos denominar nuestro medio ambiente, incluso nuestra estructura biológica es idéntica desde hace más de 50.000 años.
Entonces, si todo es idéntico, ¿por qué toda nuestra sociedad es tan diferente?.
La razón de esta diferencia, es que los humanos hemos cambiado la forma en que convivimos; nuestra Cultura, la forma en que la Cultura Interior y la Cultura Exterior definen al individuo y, como interpretamos aquello que la Cultura no parece capaz de responder.
No es lo físico, los avances tecnológicos, el poder o los bienes adquiridos, lo que nos hace tan diferentes de nuestros antepasados, sino algo tan inmaterial como La Cultura. Lo que nos hace diferentes no es que tengamos pistolas, sinó que sabemos explicarnos cómo crearlas y para que utilizarlas.
En la primera parte, (Oikoumene) vimos como en la antigüedad, el grupo en un territorio, lo era todo para el ser humano. En la segunda parte (Comunidad), vimos como gracias en parte a la Iglesia Católica, el sentimiento de pertenencia a un grupo, dejó de venir definido por características geográficas, biológicas o físicas y se convirtió en un tema espiritual; una cuestión de fe. Ya no importa qué eres o de dónde eres, lo importante es tu fe en Dios. Si no crees en Dios, no puedes participar de la Comunidad.
En ambos casos, la Cultura Interior de las personas no tenía ninguna importancia, lo importante era únicamente la Cultura Exterior de las personas. El grupo y lo público eran lo importante. Lo individual y lo privado era visto como una limitación, como sospechoso o incluso peligroso pues ese era un espacio inexistente o reservado a Dios.
En esta tercera parte, (Relacionarse) vemos como los seres humanos empiezan a separarse del grupo y buscan como desde su nueva individualidad y privacidad pueden mantener el vínculo protector con el grupo. Los seres humanos dejan de ser «parte de«, para empezar a «relacionarse o vincularse con«.
La Cultura Exterior de las personas continua siendo el elemento definitorio, pero ahora las personas empiezan a buscar en su Cultura Interior, elementos que les ayuden a ser diferentes y valiosos para el grupo. La individualidad y la privacidad, empiezan su gran carrera ascendente de la mano de una herramienta revolucionaria; El Libro.
Puedes leer los tres artículos desde aquí: Oikoumene – Comunidad – Relacionarse